Gertraud von Boullion

Gertraud, condesa de Boullion, nació el 11 de septiembre de 1891 en Würzburg. Sus padres, Arthur, conde de Boullion y María Theresia Startz, la bautizaron como María Theresia Wilhelmine Gertraud Johanna, pero en casa siempre fue llamada “Traudl” (diminutivo cariñoso que se le da en el sur de Alemania al nombre Gertraud). El padre pertenecía a una noble familia de Francia, que se mudó al sur de Alemania durante la Revolución Francesa. A pesar de que él no era practicante, siempre envió a sus hijos a colegios católicos. Para él era importante que sus hijas recibieran una buena educación para luego casarse. Pero Gertraud desde muy pequeña había decidido que quería ser Hermana misionera. Su misión en la vida se definió con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Se alistó como voluntaria en la Cruz Roja para ponerse al servicio de su patria. Comenzó en Ausgburgo, luego estuvo en Ulm y más tarde fue enviada a Cambrai (Francia), Mons y Hasselt (Bélgica). Siempre fue vista por los soldados con mucho respeto, gran entrega y amor maternal.

A los 27 años retornó a su casa con la salud debilitada, motivo que le impidió ingresar a una comunidad religiosa. Un año antes había entrado en contacto con el Padre Kentenich y el boletín MTA, gracias al suboficial enfermero Franz Xavier Salzhuber, quien hizo durante la guerra un rico apostolado schoenstattiano, y le regaló un cuadro de la Madre Tres Veces Admirable.

LA CASA DE GERTRAUD, CONDESA DE BOULLION

El museo dedicado a su vida es una de las primeras casitas de Schoenstatt. En la entrada, a mano derecha, hay unas escaleras de madera, más adelante, una sala con el libro de visitas. A la izquierda de la misma, está el primero de tres cuartos con fotos de su niñez y juventud. En este “Cuarto 1” hay dos cosas que llaman la atención. Uno, es el árbol genealógico pintado en la pared con fotos de sus padres y hermanos y el segundo es una vitrina en una esquina: allí se ven – cosidas con hilos rojos – unas figuras de cartón para una niña que Gertraud conoció. Un día una anciana entró en este cuarto y vio la sutileza con que las piezas habían sido colocadas y las lágrimas corrieron por sus mejillas. Durante años esas piezas, que a los ojos de cualquiera no tenían ningún valor, habían permanecido en su cuarto. Gertraud von Boullion las había hecho para ella.

En el “Cuarto 2” están las fotos del tiempo de la guerra y del comienzo de una relación que la llevaría a la santidad. En esa época conoció al Padre Kentenich y a otros co-fundadores de Schoenstatt, entre ellos a Nikolaus Lauer, su primer biógrafo y amigo. En esta etapa de su vida Gertraud le pidió al Padre Kentenich que le enviaran el boletín MTA, a pesar de no ser una estudiante ni tener relación alguna con la teología. Así fue como comenzó a conocer Schoenstatt. Un aspecto de su personalidad, que se destaca en este cuarto, es lo importante que era para ella animar las Misas con cantos, tocando la guitarra o el armonio. Estaba decidida a acercar a los soldados a la Iglesia.

El “Cuarto 3” está en el segundo piso. Ahí hay fotos de 1925, de las primeras mujeres de la Federación Apostólica y, en general, de las primeras mujeres del Movimiento. Además hay fotos de sus últimos años y de las casas donde vivió. También está el marco original de la ventana del cuarto donde vivió, desde donde se podía ver el Santuario Original. Así está pintado.

“¡QUE MI AMOR MADURE HACIA LA PERFECCIÓN, SÍ, HACIA LA PERFECCIÓN EN EL SACRIFICIO DE LA VIDA!”

Cada cuarto está representado por una medalla. La primera es de la Congregación Mariana en la que hizo grabar: Serviam= “quiero servir”. La segunda etapa está simbolizada con una condecoración recibida de la Cruz Roja: Für Verdienste um das Rote Kreuz= “Por su compromiso en la Cruz Roja”. La tercera es la medalla de la MTA, en la que se representa su aporte como co-fundadora.

“Serviam” fue el lema del ideal de una mujer llena de la gracia de Dios, que nos abrió la puerta a tantas otras. Una vida que – como ella misma indica – la ofreció a María Santísima por la Federación. Gertraud, condesa de Boullion, estando mortalmente enferma, escribió: “¡Que mi amor madure hacia la perfección, sí, hacia la perfección en el sacrificio de la vida!”

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