Pensamiento orgánico en el matrimonio

¿En qué consiste el sacramento del matrimonio? Por la gracia del sacramento Cristo eleva la unión de los esposos, haciéndola signo sensible y eficaz de su unidad con la Iglesia y de ésta con él. La gracia que los esposos reciben por el sacramento, los capacita para vivir e irradiar el amor mutuo de Cristo y la Iglesia.

Cristo es la Cabeza de la Iglesia y el esposo es signo sacramental de ese Cristo, que da su vida por la Iglesia. La Iglesia es la Esposa de Cristo, toda entera de Cristo y Madre de de los hijos de Dios. La esposa es signo sacramental de esa Iglesia, o de María, que es prototipo y personificación de la Iglesia. Su entrega de amor al esposo y la donación a sus hijos manifiestan el misterio de la Iglesia. La unidad de ambos en el amor y la fidelidad, es el signo sensible de la inefable bi-unidad de Cristo Cabeza y de su Cuerpo, la Iglesia.

Esta realidad sacramental nos permite tocar otro aspecto central de la mentalidad orgánica. El pensar orgánico, afirma el P. Kentenich, es global, es relacional, es perspectivo y es, además, un penar “simbólico”. Es decir, ama los símbolos y se expresa en los símbolos. Todo el orden sacramental opera con signos. Pensemos, por ejemplo, en el bautismo (el agua, el ser lavado, etc), en la eucaristía (el pan que alimenta), etc. En el sacramento del matrimonio el esposo y la esposa son signos sacramentales. Su unión significa una realidad que los trasciende.

La mentalidad mecanicista es marcadamente racional e ideológica, desconoce el leguaje simbólico. Por eso le cuesta adentrarse en el mundo de la liturgia y de los sacramentos. Por eso, si se enfrenta con el sacramento del matrimonio, lo que verá será la realidad de dos personas que se aman y que sn fecundas en los hijos. Entenderá que tienen que aprender a dialogar y que deben educar a los hijos. Pero descubrir en ellos a Cristo Esposo y a la Iglesia Esposa; descubrir ese “gran Misterio” al cual se refiere el matrimonio según la expresión de san Pablo (Cf. Efesios c.5), le es prácticamente imposible.

Podemos intuir la trascendencia de esto. Si no vemos a ese tú que tenemos junto a nosotros como una imagen (un signo sensible y eficaz) de Cristo o como imagen (un signo sensible y eficaz) de la Iglesia, de María, tampoco lo trataremos y amaremos como tal. Si el esposo ve en su esposa a María, la tratará con la delicadeza, la entrega, el respeto con que Cristo trata a su Iglesia. Si la esposa ve en el esposo a Cristo, de esa forma lo respetará y se entregará a él como Cristo lo espera de la Iglesia, que es su Cuerpo. ¿Tenemos presente esta visión del cónyuge en nuestra vida cotidiana?

A modo de resumen

Pensar, amar y vivir orgánicos: una hermosa y gran tarea. Por ello se jugó el P. Kentenich hasta lo último. Por ello debió pasar 14 años en el exilio. La lucha que él emprendió el 31 de Mayo de 1949 aún sigue vigente. Este es su encargo: el cuidadoso cultivo personal de la mentalidad orgánica, que supera una cultura marcada por el mecanicismo y que abre paso a una nueva cultura más humana y más divina.

Esperamos haber contribuido con lo expuesto a desentrañar el contenido de la misión y a hacerla más aplicable en nuestra vida cotidiana. Es tarea de cada uno de nosotros “traducir” la cruzada del 31 de Mayo en todas las dimensiones de su vida.

Fuente: Editorial Patris

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