Versacrum Julio Steinkaul

Julio Steinkaul

Sábado 16 de marzo de 2013

“Ser jefe, sirviendo a los demás”

“Por los pocos puros que se inmolan, Dios salva a todo un pueblo”

 

 Nació en la zona industrial de Witter, denominada maliciosamente la “olla de carbón”. Fue el mayor de una hermana y dos hermanos. En la familia se cultivaba el amor profundo y delicado y lleno de confianza hacia la Stma. Virgen.  Atravesaron dificultades económicas, las mismas que contribuyeron a modelar su espíritu y voluntad. De niño siempre andaba en busca de grandes aventuras. En cierta ocasión con un bote de pintura y un pincel, transformó una cabra en cebra .

De conciencia delicada, siempre le repugnaron la mentira y la impureza. Tuvo que hacer uso de todas sus fuerzas para conservar incólume el brillo de su inocencia de niño hasta el fin de su vida, en el barro y la suciedad del “servicio al trabajo” del Reich y de los años como soldado  durante los cuales ejerció su indeclinable actividad apostólica.

 A los 9 años sintió su llamado al sacerdocio y en 1934 ingresó al hogar de estudiantes de los Pallotinos en Ehrenbreitstein, cerca de la Capilla de Gracias  de la Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt.

  Integró el grupo de jóvenes “Hidalgos de la Mater”, entendiendo muy bien desde sus 14 años cómo ser su fiel servidor, entregándose a Ella en las cosas pequeñas y con contribuciones diarias al Capital de Gracias.

Ejemplos de su propósito particular: Hacer por lo menos una acción apostólica al día, hacer especialmente bien el aseo de la casa, ofrecer por lo menos 5 sacrificios para que se encuentren los restos de José Engling.

A menudo se quejaba de que sus propósitos “no funcionaban”, sin embargo él permanecía fiel al servicio de la Mater.

“Hay momentos en que todo se revuelve dentro de mí” (28.4.36). “Hoy no tenía muchas ganas de trabajar. ¡Madre, ayúdame!”.(29.4.36). “Hoy tuvimos día libre. Sin embargo, no he hecho casi nada. Me entregué enteramente a mis estados de ánimo. Después me sobrepuse, pero el día había transcurrido” (1.5.36). “Madre, ayúdame en mis estado de ánimo” (9.5.36)“A veces quisiera estallar: ¡Pero he de mantenerme firme en el horario espiritual y no ceder en lo más mínimo en ningún punto. ¡Madre mía, ayúdame!”   Julio Steinkaul

Lentamente comienza de nuevo la lucha por las pequeñas cosas, por la fidelidad en las cosas pequeñas. “A veces me parece que yo mismo fuera a perder el sentido de la importancia de estas pequeñas cosas para nuestra tarea. A veces lo pierdo de vista, pero me lo repetiré una y otra vez: ¡Si tengo confianza! Entonces Madre mía, todo estará bien (…)”

Sus  luchas, fueron muchas y constantes, cuando se daba cuenta de que estaba en un ambiente totalmente opuesto al que él  aspiraba vivir. Muchas veces, por temperamento, se enfurecía. Pero la Mater lo ayudó en su camino de autoeducación y al final de su corta vida un soldado dijo de él: “En el fondo de su ser era tan sencillo y claro, que para él eran muy simples tantas cosas que para Günter Otto, parecían problemáticas. Günter Otto se sentía siempre impulsado a decir que jamás había conocido a un ser humano que le trasmitiera, como Julio, una noción de la figura de Cristo”

Su ideal personal:  ¡Ser jefe, sirviendo a los demás!

En una jornada de dirigentes (1938) se clarificaron para él muchas cosas que había llevado en su interior.  Estas son algunas frases de su diario de vida:“Sólo puede ser jefe un hombre íntegro. Ese hombre nunca fuerza a los demás; da posibilidades de desarrollarse. Hay que despertar vida, crear convicciones”. “Debe conquistar seguidores a través del servicio desinteresado a los demás. Ser Jefe significa ante todo preocuparse por el Capital de Gracias”.

Julio despertaba en los jóvenes el idealismo, el deseo y la obligación de ser firmes de carácter, jóvenes con temple.   Llegaba a cada uno de ellos tratándolo de acuerdo a su temperamento.

 Al terminar el año 1939  y cuando comenzaba el siguiente, los jóvenes se encontraban en una jornada de ejercicios en Olpe; y aquí los alcanzó el llamado de la “Primavera Sagrada”.

En la antigüedad romana,  había una costumbre singular. Cuando se quería aplacar la ira de los dioses y alejar una gran desgracia nacional, el pueblo prometía ofrecer a los jóvenes y muchachas que nacieran durante todo un año.  Debían crecer en otro lugar, construir allí una ciudad y ser el principio de un pueblo nuevo: era una Primavera Sagrada.

Esta idea de Primavera Sagrada se convirtió en  un símbolo para el círculo  de los estudiantes en torno a Julio.   Fue toda una generación que hacía tiempo se había preparado  para estos acontecimientos, a medida que el desarrollo cada vez más vigoroso de la misión nacional socialista del mundo, sembraba alarma en sus espíritus.  Creían que el mundo no podía ser cambiado por medio de una acción exterior, sino que debería ser renovado desde dentro. Pero esto, indiscutiblemente ¡no podía hacerse sin sacrificios! Esos jóvenes querían ser, en manos de la Madre Tres veces Admirable de Schoenstatt, la “Primavera Sagrada de la Humanidad”, a fin de cristianizar el mundo, entregándolo todo.  Fue una generación de verdaderos héroes.

El 3 de agosto de 1943, al sur de Orel, habían dado justamente las doce. Helmut, un compañero, volvía corriendo después de haber ido a buscar el almuerzo. Lo alcanza una granada. Julio salta hacia él y una segunda granada lo alcanza a él. Cuando un teniente quiere ayudarlo, Julio no deja que lo haga y le dice: “AHelmut primero”. Así, por última vez, ha sido un jefe, “sirviendo a los demás”. Ese mismo día, a las seis y media de la tarde, se fue al hogar de su amadísima  Madre, la Reina de la Primavera Sagrada. El acto de consagración del 9 de marzo se había cumplido; la Alianza de Amor fue consumada con la muerte.

 

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