SOBRE EL PROCESO DE CANONIZACION DEL PADRE KENTENICH
P. Ángel Lorenzo Strada Postulador
(Para Veritas, agencia española de noticias. Las preguntas fueron formuladas por la periodista Patricia Navas)
¿Cual es el estado actual del proceso de canonización del fundador de Schoenstatt?
El proceso fue iniciado en la diócesis de Tréveris el 10 de febrero de 1975, siete años después de la muerte del Padre Kentenich. En el transcurso de estos treinta años se ha reunido gran cantidad de signos de la fama de santidad. Millares de personas, radicadas en 87 países de los cinco continentes, han certificado que recurren a su intercesión o se guían por su ejemplo de vida. Los numerosos escritos publicados fueron examinados por cuatro especialistas en teología, quienes han manifestado que en ellos no se encuentra nada contra el dogma y la moral de la Iglesia. Más de un centenar de testigos han prestado declaración ante el tribunal eclesiástico. Esto es de particular importancia, dado que el objetivo del proceso es la verificación de la heroicidad de vida y de virtudes del siervo de Dios. Los testigos son interrogados sobre los recuerdos y vivencias que tuvieron en el contacto directo, en muchos casos durante decenios, con el Padre Kentenich. Pueden manifestarse a favor o en contra, plantear sus interrogantes, presentar documentación, etc.
En los últimos años el trabajo se concentró en la recolección y evaluación de los escritos no publicados: cartas escritas por él o dirigidas a él, documentos personales, conferencias y retiros no editados, etc. Una comisión de peritos en historia de la Iglesia y en archivos ha sido la responsable de dirigir la tarea La gran cantidad de estos escritos ha demandado mucho tiempo y energías. En más de 110 archivos eclesiásticos y civiles se requirió documentación. Tanto para los archivos como para los testigos se tomó en consideración los lugares donde el Padre Kentenich vivió o desarrolló su actividad pastoral: Alemania, Roma, Suiza, Estados Unidos, Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, Sudáfrica. Una vez que la comisión de historiadores acabe su tarea, lo que está previsto para los próximos meses, faltarán muy pocos trámites para la finalización de la etapa diocesana del proceso. Seguirá después la etapa definitoria en Roma. Es imposible predecir cuando llegará a su fin. Entre otros motivos porque se requiere un milagro para la beatificación. Y nadie puede “organizar” un milagro, sólo se puede implorarlo.
¿Cuáles son los principales obstáculos que están alargando el proceso?
Treinta años de duración no es necesariamente un tiempo demasiado largo para la causa de beatificación de un confesor. Las causas de los mártires, en general, demoran menos y no se les exige un milagro. No hay que utilizar como medida causas como las de la Madre Teresa de Calcuta o la de Mons. Escrivá de Balaguer, las que por diversos motivos demoraron relativamente pocos años. En el caso del Padre Kentenich ha influido su larga vida de 82 años, la enorme cantidad de documentación, su confrontación con el nacionalsocialismo y los casi cuatro años de prisión en el campo de concentración de Dachau, las dificultades que tuvo con su propia comunidad de los Padres Pallottinos, los catorce años de separación de su fundación impuestos por el entonces llamado Santo Oficio, las propuestas pastorales y teológicas que hizo anticipando el Concilio Vaticano II, etc. Muchos de estos temas han exigido una larga y exhaustiva investigación.
Hubo además dificultades en la tramitación del proceso mismo. Se lo inició cuando se encontraba vigente la antigua legislación, la cual cambió en 1983 y obligó virtualmente a un nuevo comienzo. La diócesis de Tréveris demoró varios años en nombrar sucesor del primer delegado episcopal, quien murió repentinamente. El sucesor sufrió diversas enfermedades, lo que le impidió una plena dedicación. Además hasta ahora no se ha producido ningún milagro por intercesión del Padre Kentenich. La apertura de un proceso de milagro normalmente influye para la aceleración del proceso de virtudes.
¿Cree que la nacionalidad alemana del Papa puede ayudar a agilizarlo?
Benedicto XVI conoce la personalidad y la obra del Padre Kentenich. De hecho, en el sur de Alemania donde él vivió su juventud, buena parte de su actividad docente y de su ministerio episcopal, el Movimiento de Schoenstatt cuenta con muchos adherentes en el clero y en el laicado. Una muestra de su positiva valoración es lo que escribió en octubre de 1989 prologando una novena dedicada al Padre Kentenich: “El Papa Juan Pablo II en su primera visita a Alemania, señaló al Padre Kentenich como un “insigne sacerdote en la historia reciente”. De su vida, de su palabra y de su vida surge una luz radiante capaz de orientar en el camino. En su sarcófago está grabado el lema que lo guió, lo formó y con el que él modeló a muchos: “Dilexit ecclesiam” (“Amó a la Iglesia”). Quiera María, la Madre de la Iglesia por quien él siempre se dejó ayudar, protegernos y ampararnos. A través de su fiel servidor el Padre José Kentenich quiera abrir a muchos el camino del amor a la Iglesia para que un nuevo vigor y una nueva alegría de la fe inunden a nuestro pueblo y a nuestra tierra”.
Pienso, sin embargo, que el Papa no intervendrá en la tramitación del proceso. Lo mejor es que el mismo se desarrolle de acuerdo a todas las exigencias de la ley canónica, sin ningún tipo de excepciones o de privilegios.
¿Cuál sería el beneficio para la Iglesia?
“Los santos, también los anónimos, son el mayor éxito de la Iglesia” ha dicho recientemente el Cardenal Lustiger. En efecto, ellos son la demostración clara de que los valores del Evangelio son realizables y no se reducen a una mera declaración de buenos principios o a ideales inalcanzables. Cristo anunció que su misión era darnos vida, y vida en abundancia. ¿Puede creerse en tal vida si en nadie y nunca se ha manifestado poderosa?. En la vida de los santos se hace visible la fuerza transformadora de la gracia. Sus personalidades son muy diferentes, lo mismo que sus misiones particulares y sus contextos culturales. Pero tienen en común el seguimiento incondicional de Cristo. De muy diversas maneras nos abren accesos al evangelio y con su ejemplo nos impulsan a vivirlo. La Iglesia se beneficia cada vez que puede mostrar a alguien que refleja con transparencia el amor, la solidaridad, la veracidad, la bondad, la sencillez de Jesucristo. Ella no debe reducir su mensaje al anuncio de verdades de la fe o de normas de moral sino que sobre todo debe mostrar ejemplos convincentes de vidas conformes al evangelio. “La vida se enciende en la vida”, afirmaba el Padre Kentenich. ¡Cuánto debemos a Pablo de Tarso, a Francisco de Asís, a Teresa de Ávila, a Ignacio de Loyola…! ¡Pero también cuánto debemos a testigos sencillos que con sus palabras y obras nos transmitieron la fe!. Una iglesia sin los santos, los famosos y los anónimos, sería una Iglesia empobrecida. Por supuesto que es necesario evitar una “inflación de canonizaciones” y que la cantidad es algo secundario. Y sería de desear sobre todo la canonización de cristianos contemporáneos, en especial de laicos. En este sentido son de destacar el proceso del arquitecto español Antonio Gaudí, del político francés Robert Schuman, del ingeniero chileno Mario Hiriart, del padre de familia brasilero Joao Pozzobon.
¿Cuáles han sido las aportaciones originales del Padre Kentenich?
“Los santos son la respuesta de arriba a las preguntas de abajo”, dijo alguna vez Hans Urs von Balthasar. Hoy tenemos muchas preguntas porque estamos inmersos en un tiempo de cambios acelerados, profundos, globales. Los aportes del Padre Kentenich son muchos, pero uno de ellos es precisamente la aceptación de los desafíos planteados por el mundo actual. “La mano en el pulso del tiempo, el oído en el corazón de Dios”, así define su persona y su acción pastoral. No se refugió en la queja por los males actuales, no alimentó la nostalgia por tiempos pasados, no anunció futuros utópicos. Como fundador del Movimiento de Schoenstatt procuró educar para la libertad, para que cada persona tome conciencia de su originalidad y sea sujeto de su propia historia en apertura al Dios de la vida y en solidaridad con los demás. Por esto mismo denunció el peligro de la masificación. Y desde muy temprano se opuso al régimen de Hitler, lo cual le significó tres a ños y ocho meses de prisión en el campo de concentración de Dachau.
Otro aporte significativo consiste en la valoración de los vínculos humanos como caminos para llegar a un profundo vínculo con Dios. “El hombre más sobrenatural debe ser el más natural” proclamaba para alentar la vivencia de un cristianismo capaz de integrar lo humano y lo divino. Ya en 1920 predicaba que el santo de hoy es el santo de la vida diaria. La fe no es algo separado de la vida familiar, el trabajo, la amistad, las preocupaciones económicas, el arte y la política. Es preciso construir puentes entre la realidad cotidiana y la realidad sobrenatural. Capacitar para el encuentro con el Dios de la vida y de la historia fue la gran pasión del Padre Kentenich. Su propia experiencia y los largos a ños de acompañamiento espiritual de miles de hombres y mujeres lo llevaron a la creación de una pedagogía y de una espiritualidad aptas para el tiempo actual.
La figura de María ocupa un lugar destacado en las aportaciones del Padre Kentenich. Porque nadie como Ella ha dado ejemplo mayor de seguimiento de Cristo en medio de las circunstancias de la vida diaria, nadie entre los redimidos tuvo mayor apertura a los deseos del Padre Dios, nadie fue tan solidaria con sus semejantes. El encuentro con María es encuentro con los valores que hoy son necesarios para un testimonio cristiano creíble y auténtico. El Padre Kentenich estaba convencido – al igual que Juan Pablo II – de que María tiene la misión de imprimir los rasgos de Cristo en los corazones de los hombres y en las culturas de los pueblos. Por eso desde joven selló un pacto de amor con Ella y se puso a su entera disposición. María lo educó en el seguimiento de Cristo y se encargará de que sus aportaciones a la Iglesia sean fecundas.
Schoenstatt, Alemania, noviembre de 2005