Ciudad del Vaticano (Martes, 21-03-2017, Gaudium Press) La solemnidad conmemorativa de San José fue transferida para el día 20 porque el día 19 era el Tercer domingo de la Cuaresma. Entonces, en la Misa que celebró ayer, en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco dedicó su homilía al Patrono de la Iglesia Católica.

Hombre obediente

El Papa describió a San José como siendo un hombre silencioso y obediente.

Él obedeció al ángel que le aparece en su sueño, como narra el Evangelio de San Mateo, y toma consigo a María, encinta por obra del Espíritu Santo.

Sobre sus hombros reposan promesas de “descendencia, de herencia, de paternidad, de filiación y de estabilidad”:

“Y este hombre, este soñador, es capaz de aceptar esta tarea, esta tarea difícil y que mucho tiene para decirnos en este período de una gran sensación de orfandad. Y así este hombre toma la promesa de Dios y la lleva adelante en silencio con fortaleza, la lleva adelante para aquello que Dios quiere que sea realizado”, comenta el Santo Padre.

Lleva promesas en silencio

San José es silencioso, aunque tenga mucho para decir, no habla. Él es el hombre del silencio, un hombre que puede “decirnos mucho, pero no habla”, “el hombre escondido”, el hombre del silencio, que posee una enorme autoridad y no la demuestra. Él es hombre de Fe, cree en las promesas.

José carga en el corazón las promesas las cuales él persigue y las lleva adelante “con mucha ternura”, “con la ternura con la cual se pega un niño”, dijo Francisco:

“Es el hombre que no habla, pero obedece, el hombre de la ternura, el hombre capaz de llevar adelante las promesas para que se tornen firmes, seguras. El hombre que garantiza la estabilidad del Reino de Dios, la paternidad de Dios, nuestra filiación como hijo de Dios. Me gusta pensar que José como guardián de las debilidades, de nuestras debilidades: es capaz de hacer nacer muchas cosas bonitas de nuestras debilidades”.

Capacidad de soñar

José, subrayó el Papa: “Es un hombre capaz de soñar”. Es el “guardián del sueño de Dios”: el sueño de Dios de salvarnos, de redimirnos, fue confiado a él”.

En seguida, exclamó Francisco: “¡Es grande este carpintero!”: “silencioso, trabajador y guardián que carga las debilidades y es capaz de soñar. Una figura que tiene un mensaje para todos”:

“Yo hoy quiero pedirle que nos dé a todos nosotros la capacidad de soñar, porque cuando soñamos cosas grandes, cosas bonitas, nos aproximamos al sueño de Dios, de las cosas que Dios sueña para nosotros. Que a los jóvenes dé, porque él era joven, la capacidad de soñar, de arriesgar y asumir las tareas difíciles que se convierten en los sueños. Y dé a todos nosotros la fidelidad que generalmente crece en un comportamiento justo, y él era justo, crece en el silencio, pocas palabras, y crece en la ternura que es capaz de proteger las propias debilidades y las de los otros”. (JSG)