Alfombra roja para el Padre Kentenich en el aeropuerto Los Cerrillos

Una alfombra roja para el Padre Kentenich en el aeropuerto Los Cerrillos

CHILE, Hna. Jimena Alliende •

A media mañana del 23 de junio de 1947, el Padre José Kentenich, Fundador de la Familia de Schoenstatt , acompañado de la Hna. M. Úrsula y la Hna. M. Cándida, se embarca en avión desde Buenos Aires, rumbo a Santiago de Chile.

Al atravesar la cordillera de los Andes, de repente el avión cayó en un pozo de aire. Al recobrar nuevamente altura, el P. Kentenich preguntó a las Hermanas:

– Bueno… ¿qué pensaron ustedes? ¿Se asustaron? ¿Sintieron angustia?

– No… -respondieron las Hermanas-… angustia… ninguna… Se fue tan rápido hacia abajo que…

– ¿Por qué no? -preguntó el Padre.

– Porque teníamos la conciencia de que el Padre estaba con nosotras.

Después de una pausa, el Padre respondió:

– Se dan cuenta, lo mismo sucede en nuestra vida. El Padre celestial está siempre con nosotros; no tenemos por qué angustiarnos.

ONCE AÑOS DE ESPERA… ¡POR FIN LLEGABA EL PADRE!

Hacía once años que las primeras Hermanas de María habían llegado a nuestro territorio, y ocho años que se había interrumpido todo contacto con él. Habían sido largos años de entrega, de nostalgia, de silenciosa espera. Y ahora, dentro de algunos momentos, parecía que ¡por fin llegaría el Padre!

El avión que lo trae, aterriza en el aeropuerto de Los Cerrillos, a las 12.30 hs. El Padre usaba pasaporte diplomático otorgado por la Santa Sede. Alemania, en esos años posteriores a la guerra, aún no tenía representaciones diplomáticas. Por este motivo, a su llegada a nuestro país recibe el trato especial otorgado a los diplomáticos. Una alfombra roja, desde la escalinata del avión hasta el edificio central del aeropuerto, espera sus primeros pasos en tierra chilena. La puerta del avión se abre y allí aparece su figura paternal: con un amplio sombrero negro, una pequeña barba gris, vistiendo un impermeable de color claro. No hay duda. ¡Es el Padre que visita a sus hijos!

En el lugar reservado a los diplomáticos, lo esperan cinco de aquellas Hermanas de María que él mismo había enviado a Chile a proclamar su mensaje de alianza. También lo esperan ocho Padres palotinos. ¡Un arribo, una calurosa y triunfal bienvenida! ¡El Padre ha llegado! Con una amplia sonrisa, un cordial apretón de manos y su paternal “Nos cum Prole pía”; parece entregarse de lleno a su naciente Familia chilena, representada en aquellos sacerdotes y Hermanas. Su equipaje no es revisado.

LOS PERIODISTAS LE ABREN A SCHOENSTATT EL CAMINO DE LA PUBLICIDAD

Su arribo a Chile había sido anunciado los días anteriores por los principales diarios de la capital. Así, a la salida del aeropuerto, lo esperaban representantes de los medios de comunicación. Fotos y preguntas de los periodistas abrían a Schoenstatt el camino de la publicidad. Al respecto, el Padre expresará en un relato:

Desde el principio hasta el fin, mi visita a Chile tuvo un marcado carácter público. Todos mis esfuerzos por evitar la atención de la prensa, tuvieron escaso resultado.

Un periodista le pidió relatar alguna anécdota de su vida. El P. Kentenich le respondió que la vida en Alemania era demasiado triste y difícil como para anécdotas. Sin embargo, sonriendo le contó lo siguiente:

Poco antes de venir a Sudamérica, viajaba en auto por las calles de Berlín. Al detenernos en una esquina, se nos acerca un soldado norteamericano. Me hace señas de querer obsequiarme algo. Pensé que me daría algunos cigarrillos, que hoy representan en Alemania una pequeña fortuna. Recibo su regalo. Es una hoja de afeitar… De buenas ganas reímos los dos; mi barba, una vez más, había llamado la atención.

HE VENIDO A RENOVAR NUESTRA CONCIENCIA DE MISIÓN…

La Señora Perpetua Freire de Valdés había puesto a disposición de las Hermanas su auto y su chofer para que fueran a buscar al Padre. En él, el Padre es trasladado a la Casa del Seminario Pontificio de Santiago, ubicado en la calle Seminario 36. Allí, las Hermanas se habían esmerado en prepararle una habitación.

La entrada de la casa había sido adornada con flores, guirnaldas, banderitas y una alfombra. El cuadro de la Mater no podía faltar en esta recepción. Apenas llegó a la casa, el Padre se dirigió a la Capilla del Seminario. Ante el Santísimo, junto a Padres palotinos y Hermanas presentes, entona con gratitud el canto de María, el Magnificat. El Padre dirige unas breves y significativas palabras a sus hijos:

Este encuentro es un regalo, es un triunfo de la fidelidad a la Alianza. Bien lo merecemos…

Luego, con voz de padre y profeta, que se sabe portador de una gran misión, expresa:

He venido a traer fuego a la tierra y no quiero otra cosa sino que arda… He venido a renovar nuestra conciencia de misión…

70 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE SCHOENSTATT EN CHILE

El Padre recuerda, a continuación, que en Dachau habían fundado la “Internacional de Schoenstatt” y que su presencia en Chile era uno de sus frutos. Les dice que pareciera que la Santísima Virgen quería que saliera de Schoenstatt y viajara por el mundo, que Dachau lo rejuveneció como nunca hasta ahora y que sus viajes no se debían solamente a la gratitud sino que a algo más, pues hay momentos en que uno debe decidirse:

Ahora no queda otra cosa que hacer un esfuerzo supremo, empeñando todas las fuerzas en la lucha contra el colectivismo.

Estas palabras fueron reproducidas por el Diario Ilustrado del día siguiente, 24 de junio. Desde el comienzo, la visita del Padre Kentenich tuvieron un carácter público y él leyó la voz de Dios: era el momento que Schoenstatt estuviera presente en la luz pública.

A los pocos días, llega a Valparaíso y funda oficialmente el Movimiento en Chile.

One thought on “Alfombra roja para el Padre Kentenich en el aeropuerto Los Cerrillos

  1. Recientemente visitamos la casa de Manuel Montt y conosimos muchas anecdotas del padre, entonces me propuse investigar mas afondo sobre su estadía en Chile, quiero encontrar algo que no esté registrado en los libros, algo que recuerden quienes estubieron serca de él.

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