os documentos que se guardan en el Archivo Secreto del Vaticano permitieron al estudioso italiano Mons. Gilfredo Marengo relatar la historia no conocida sobre el origen de la encíclica Humanae Vitae del Beato Papa Pablo VI, el profético texto que el 25 de julio cumplirá 50 años de publicado y que fue rechazado incluso por personas dentro de la Iglesia.
El 25 de julio de 1968 el Beato Papa Pablo VI –que en octubre será canonizado por el Papa Francisco junto a Mons. Óscar Romero– publicó la encíclica Humanae Vitae sobre la regulación de la natalidad. El texto alertó sobre las consecuencias del uso de anticonceptivos, tales como la degradación moral, la pérdida del respeto a la mujer y el uso de estos métodos artificiales como políticas de Estado.
Para publicar “El nacimiento de una encíclica: Humanae Vitae a la luz de los Archivos Vaticanos”, Mons. Marengo recibió la autorización del Papa Francisco para investigar los documentos del Archivo Secreto del Vaticano y de los Archivos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antes de que se cumplan los 70 años que establece la norma para la revisión de estos textos.
En el libro, el también profesor de antropología del Instituto Teológico Juan Pablo II explica que Pablo VI detuvo la publicación de una encíclica que ya estaba impresa en latín con el título “De nascendae prolis”, porque consideró que era muy densa en la doctrina y que no era pastoralmente adecuada.
El diario Avvenire, de los obispos italianos, señala que el texto debió publicarse el 23 de mayo de 1968. Era el resultado del trabajo realizado por el sacerdote dominico Mario Luigi Ciappi, entonces teólogo de la Casa Pontificia que luego fue cardenal.
Mons. Ciappi trabajó sobre la base de un proyecto preparado por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1967, luego que en 1966 Pablo VI considerara insuficiente el documento conclusivo de la Comisión Pontificia que estudió el tema y que se mostró a favor de los anticonceptivos.
El libro explica que el texto de Mons. Ciappi, “desde el punto de vista general” elevaba “el perfil doctrinal ya dominante en el proyecto de la Congregación”. De ese modo se configuraba “como un riguroso pronunciamiento de doctrina moral”.
El documento de Mons. Ciappi también introducía los temas del celibato y la virginidad consagrada, que lo hacían más denso aún.
Cuando el documento llegó a los traductores, fueron los teólogos franceses y españoles -entre ellos los actuales cardenales Paul Poupard y Eduardo Martínez Somalo-, quienes alertaron sobre las dificultades.
El Cardenal Giovanni Benelli, entonces Sustituto de la Secretaría de Estado, explicó el problema al Papa, que decidió no publicar la encíclica y dársela a otro sacerdote dominico, el P. Benoit Duroux, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Avvenire indica que el nuevo texto tampoco fue del todo adecuado y entonces Pablo VI “tomó toda la sección pastoral y agregó una serie de señalamientos de gran delicadeza que todavía hoy revelan su impronta”.
El Papa también cambió el nuevo título que se le había dado al texto, y de “Vitae tradendae munus”, pasó a llamarse “Humanae vitae”. El libro de Mons. Marengo publica todas las correcciones hechas a mano por el Beato.
La consulta a los obispos
Algunos acusan a Pablo VI de haber publicado la encíclica sin haber consultado a los obispos. La investigación de Mons. Marengo revela todo lo contrario.
Durante el Sínodo de los Obispos de 1967, el beato pidió a todos los prelados que compartieran con él su postura sobre el tema.
“La voluntad del Papa de consultar a todos los miembros de la asamblea sinodal es muy importante, porque una de las acusaciones más comunes, después de la publicación de la Humanae vitae, es que tomó la decisión de manera no colegial”, afirma Mons. Marengo.
De los casi 200 obispos participantes del Sínodo, solo 26 respondieron en el lapso de tiempo, del 9 de octubre de 1967 al 31 de mayo de 1968. De este grupo, 19 se expresaron a favor de los anticonceptivos y solo siete en contra.
De estos siete, los más conocidos e importantes fueron el venerable Arzobispo estadounidense Fulton Sheen; y el entonces Arzobispo de Cracovia (Polonia), Karol Wojtyla, hoy San Juan Pablo II, que siempre quiso ser recordado como “el Papa de la familia”, según afirmó el Papa Francisco durante la canonización del Papa polaco.
Como consecuencia de la reacción contestaría que recibió la Humanae Vitae a nivel mundial, incluso de importantes teólogos católicos, el Papa Pablo VI no volvió a escribir una encíclica en los 10 años restantes de su pontificado que concluyó en 1978. En los cinco años anteriores había escrito siete encíclicas.
El entonces Secretario de Estado, Cardenal Agostino Casaroli, dijo que “la mañana del 25 de julio de 1968 Pablo VI celebró la Misa del Espíritu Santo, pidió luz de lo Alto y firmó: firmó su firma más difícil, una de sus firmas más gloriosas. Firmó su propia pasión”.
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