Patrimonio

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Del término “padre”, trae origen también el término “patrimonio”, que los diccionarios definen como “el conjunto de bienes que se heredan de los propios ascendientes”, o “cómo el bien común de una colectividad o de un grupo de personas, considerado como herencia valiosa, transmitida por los antepasados”.

Desde esta vertiente, que recuerda valores y rasgos esenciales de identidad y convivencia ciudadana, surge la responsabilidad de cuidar, y enriquecer el patrimonio que nos pertenece, como también transmitirlo a las nuevas generaciones.

“Son muchos los dones de Dios que contemplamos en nuestra Patria. La belleza y las riquezas de las montañas, los valles y el mar nos hablan a diario del Creador, y de su amor a quienes habitamos tan variada geografía. La vocación de libertad y de paz, ha plasmado un sistema democrático que, a pesar de sus deficiencias, es estable y abierto al desarrollo. Constatamos la voluntad de dar una educación de calidad a todos los chilenos, el anhelo de mayor equidad, transparencia y honestidad, la creatividad de quienes impulsan la producción y el comercio y crean nuevas fuentes de trabajo. Con alegría constatamos el florecimiento del voluntariado solidario,

sobre todo entre los jóvenes, y la capacidad misionera de encender con su fe en Cristo a quienes lo buscan. Nos admira la cantidad de familias en las cuales los padres no escatiman ni esfuerzos ni renuncias para dar a sus hijos acceso a la educación y a nuevas oportunidades que ellos mismos no tuvieron. Y es una gracia de Dios la presencia en nuestra patria del espíritu religioso de su gente” (2)

Esta página de la Conferencia Episcopal de Chile, es una hermosa descripción de elementos esenciales que constituyen el patrimonio nacional, “alma madre” de la cual alimentarse siempre, y a en cual inspirarse, especialmente en tiempos de turbulencias.

2.- En la huella delEl patrimonio de la vida abundante y plena

Patrimonio de Chile, en primer lugar, es el respeto irrestricto y el amor a la vida. Todos los habitantes de la patria tienen derecho a una vida plena, propias de hijos de Dios, vivida en condiciones más humanas y más dignas. Vida libre de toda amenaza y forma de violencia; vida enriquecida por la real posibilidad de desarrollar los talentos recibidos y con derecho a acceder, en forma equitativa, a oportunidades semejantes. El patrimonio de la vida abundante y plena para todos, invita a reconocer y apreciar el don de la vida humana, desde su concepción, en todas las etapas de la existencia y hasta su término natural. Invita además a desarrollar estilos de ser y

de vivir solidarios, como actitud permanente de encuentro, de hermandad y de servicio, que han de traducirse en opciones y gestos visibles de mayor justicia y equidad, fortaleciendo la familia, suprimiendo las graves desigualdades sociales, que hemos definido como “brecha escandalosa”, y las enormes diferencias en el acceso a los bienes culturales y materiales, que son patrimonio de todos.

Conocemos las amenazas que se ciernen constantemente sobre la vida humana, incluso bajo la responsabilidad de quienes han recibido la especial tarea de cuidarla como bien público. Los cristianos no dejaremos de levantar la voz para proclamar que la vida es un regalo gratuito de Dios, don y tarea que debemos acoger y cuidar con esmero y derecho anterior al Estado, que nunca es lícito relativizar. No dejaremos de proclamar la buena noticia del matrimonio y de la familia, fundada en el amor y en la donación mutua de un hombre y de una mujer, abierta al don de la vida.

4.2.- El patrimonio de la juventud y de la calidad de su educación

Riqueza de extraordinario valor, patrimonio de la Patria son los niños y los jóvenes. Ellos representan un enorme potencial para el presente y el futuro del país. También sobre este patrimonio se ciernen nuevas y preocupantes inquietudes, especialmente las que vienen de la permanente emergencia educativa.

“¿Donde encontrarán los jóvenes puntos de referencia en una sociedad quebradiza e inestable? A veces se piensa que la misión de la educación sea exclusivamente la de formar profesionales competentes y eficaces que satisfagan la demanda laboral en cada momento. También se dice que lo único que se debe privilegiar en la presente coyuntura es la mera capacitación técnica.” (8). No nos engañemos: sería muy pobre una educación que se limitara a dar nociones e informaciones, dejando a un lado la gran pregunta acerca de la verdad, sobre todo acerca de la Verdad que puede guiar la vida. Igualmente pobre sería un proceso educativo que no lograra encontrar el equilibrio adecuado entre libertad y disciplina. La auténtica educación sabe aceptar el riesgo de la libertad de los

jóvenes, pero deberá estar atenta a ayudarles a corregir ideas y decisiones equivocadas. Lo que nunca se deberá hacer es secundarlos en sus errores, fingir que no se ven o, peor aún, compartirlos como si fueran las nuevas fronteras del progreso humano (9).

Dios quiera que la voluntad de diálogo responsable sobre los reales problemas que afectan a la educación logre dar vida a una legislación educativa que sepa integrar armónicamente derecho y libertad de educación, responsabilidad pública y privada, y que tenga como eje central el crecimiento integral de toda persona y de todas las personas, especialmente de las más desposeídas, en comunión y solidaridad de destino.

4.3.- El Patrimonio de la justicia y la solidaridad

Patrimonio de la patria ha sido, y es también hoy, la aspiración constante a un estilo de vida de mayor justicia, integración y solidaridad. Los pueblos originarios tienen derecho a fortalecer su identidad y sus propias organizaciones; la diversidad no es una amenaza cuando está encaminada a la meta común. Es positivo el hecho de que, en muchas ocasiones nos hemos propuesto hacer de Chile un país de hermanos, para vivir y convivir con mayor respeto y dignidad. Agradecemos las iniciativas públicas orientadas a aliviar las necesidades de los más necesitados, y sobre todo, los cambios estructurales que permitirán más justicia y equidad en la distribución de los bienes. Sin embargo, investigaciones internacionales nos sitúan todavía como uno de los países con mayor desigualdad en el mundo. ¿No será este un campo privilegiado donde la política deba buscar y arbitrar, con urgencia, mayor bien común? ¿La comunidad política no nace, justamente, para buscar la justicia, la solidaridad y todas aquellas condiciones de vida social, a través de las cuales personas, familias y asociaciones pueden lograr mayor plenitud y felicidad?

Conversando con la gente, especialmente con jóvenes que se definen a sí mismos como “indignados”, desencantados de las soluciones que se les ofrece, se puede percibir la urgencia de una verdadera

conversión de quienes se dedican a al servicio público. El poder no puede ser la meta de sus aspiraciones o de sus organizaciones; el fin es servir a la justicia y trabajar por la dignificación de las personas. Sólo así la política podrá recuperar el aprecio de la gente y podrá re-encantar a los jóvenes.

4.4.- El patrimonio del trabajo y de la empresa

El trabajo, condición originaria del hombre, caracteriza de manera determinante la experiencia de las personas, hombres y mujeres que encuentran, allí, la fuente para sostener una vida decorosa para sí y la propia familia. El trabajo es un derecho fundamental y un bien para las personas. Es por eso, alentamos todos los esfuerzos destinados a crear nuevas fuentes laborales que permitan superar el flagelo de la cesantía y el perfeccionamiento de la legislación que promueva los derechos de los trabajadores.

Nos llena de esperanza que existan empresas que se definen comprometidas con el desarrollo sustentable, con la seguridad y el bienestar de sus trabajadores y con el progreso de la comunidad; empresas empeñadas en ir más allá de las tareas productivas, fomentando actividades y espacios susceptibles de mejorar la calidad de vida de las persona, convencidas de que la Responsabilidad Social Empresarial no es una mera contribución material, sino un enfoque capaz de transformar el mundo. Juan Pablo II en la Encíclica “Centesimus annus” afirma que: “el desarrollo integral de la persona humana en el trabajo no contradice, sino que favorece más bien la mayor productividad y eficacia del trabajo mismo” (10). ¡Qué patrimonio tan precioso para las nuevas generaciones!

4.5.- El patrimonio de la creación y del cuidado por lo creado

Patrimonio de Chile es su magnífica y exuberante naturaleza y sus recursos naturales. Por eso, “damos gracias al Señor por el don de la creación, entregada a la administración del hombre (Gn. 2,15), don hermoso y valioso para todos, para la actual generación y para las que vienen” (11). Con el magisterio de la Iglesia, afirmamos que “es

un error creer que se puede disponer arbitrariamente de la tierra, sometiéndola sin reservas a la voluntad del hombre, como si ella no tuviese una fisonomía propia y un destino anterior dados por Dios, y que el hombre puede desarrollar ciertamente, pero que no debe traicionar” (12). No es bueno para el futuro de Chile permitir que “el aspecto de conquista y de explotación de los recursos, llegue a predominar y a amenazar la misma capacidad de acogida del medio ambiente y que el ambiente como “recurso” ponga en peligro el ambiente como “casa” (13). Por eso, “la Iglesia agradece a todos los que se ocupan de la defensa de la vida y del ambiente”, recuerda que “la devastación de los bosques y de la biodiversidad mediante una actitud depredatoria y egoísta, involucra la responsabilidad moral de quienes la promueven” e invita “a todas las fuerzas vivas de la sociedad para cuidar nuestra casa común, la tierra, amenazada de destrucción.” (14).

4.6.- El patrimonio de la fe y de la religiosidad popular

A la identidad de Chile y su cultura ha contribuido no poco la fe cristiana y la religiosidad popular, especialmente la devoción mariana. La Tirana, Andacollo, Lo Vásquez, Maipú, Auco, Yumbel, son, entre tantas otras, verdaderas fuentes de agua cristalina donde una inmensa muchedumbre de chilenos y chilenas sacia su sed de espiritualidad y oxigena su vida, a veces, llena de tanto dolor. En “la rica y profunda religiosidad popular -ha dicho Benedicto XVI- aparece el alma de los pueblos latinoamericanos.” (15). “Un país fraterno sólo es posible cuando se reconoce la paternidad bondadosa de nuestro Dios”, repetía el cardenal Silva, de venerada memoria (16). Acompañados por la figura maternal de la Virgen del Carmen y acogiendo su invitación a hacer lo que su Hijo nos diga, podremos encaminar nuestros pasos, con serena confianza, hacia el futuro.

Conclusión

Distinguidas Autoridades, Apreciados amigos y hermanos,

Las dificultades del momento presente constituyen una oportunidad, irrepetible y desafiante de pensar y proyectar lo más bello y lo más

noble de nuestra identidad; oportunidad que es también responsabilidad de hacerlo sobre roca firme, sobre consistencias inconmovibles, arraigados, edificados en Cristo, firmes en la fe (Col. 2,7) o, como recordaba Jesús en el texto evangélico según San Juan, “unidos a la Vid”, porque sólo así podemos fructificar abundantemente.

En esta tarea, nadie sobra. Todos estamos invitados a ser “artesanos”, es decir, trabajadores conscientes y responsables del rico patrimonio que pasa por nuestras manos.

Imploramos para

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