A CASI DESCONOCIDA LEONIA, HERMANA DE SANTA TERESITA, RELIGIOSA DE LA VISITACIÓN:
La tercera hija de Luis y Celia Martin. Vino a este mundo el tres de junio de 1863, con hermoso
pelo rubio y ojos azules. Sus orgullosos padres la llamaron María Leonia Martin, dándole su
primer nombre, como a todas sus hijas, en honor de Nuestra Señora. A sus hijos varones les
dieron el nombre adicional de José en honor de San José.
La casa familiar de los Martin estaba en la calle Pont-Neuf de Alencon, situada en Normandia
en Francia. Luis, el padre era relojero y Celia, la madre, era encajera. En el mismo mes de
Junio, la familia Martin llevó a su hija recién nacida a la catedral de Santa-Pierre-de-Monsort
para ser bautizada por el padre Lobouc. La señora Leonia Tifenne, que era una amiga muy
cercana de la familia tuvo el privilegio de ser la madrina de María Leonia Martin.
Un año más tarde, el 13 de octubre de 1864, Celia dio a luz a María Elena que murió el 22 de
Febrero de 1870 a la edad de cinco años. En 1866, el veinte de Septiembre, Luis y Celia fueron
bendecidos con el nacimiento de su primer hijo varón, José Luis Martin, quien murió un año
más tarde, el 14 de Febrero de 1867.
El diecinueve de Diciembre de 1867 nace su Segundo hijo varón, José Juan Bautista, sin
embargo él también moriría el veinticinco de Agosto de 1868. María Melania Teresa, la sexta
hija del matrimonio también tendría una vida corta, naciendo el 16 de Agosto de 1870 y
muriendo el 8 de Octubre de 1870.
Desde el principio de su vida, Leonia sufrió de mala salud, en cuanto Leonia cumplió los nueve
meses de edad, contrajo la tos ferina. Después de sobrevivir a esta enfermedad, contrajo el
sarampión que le produjo violentas convulsiones. Sus padres estaban muy preocupados
temiendo que la niña no sobreviviera su primer cumpleaños; por lo que Celia se puso en
contacto con Isidore Guerin, su hermano que era farmacéutico en Lisieux, preguntándole si él
tenía algún remedio que pudiera ayudar a Leonia a curarse. Desgraciadamente su habilidad
como farmacéutico, para ayudar a su sobrina era muy limitada y no pudo aportar ninguna cura.
Entonces, Celia escribió a su hermana Sor María-Dositea, que era monja de la Visitación en un
convento de Le Mans. La Sor María-Dosithée escribió sugiriendo la posibilidad de una novena a
la entonces Beata Margarita María Alacoque. Celia rezó la novena diciendo esta frase: “Si María-
Leonia va a ser santa algún día, entonces cúrala” (GV) Luis, el padre de Leonia comenzó una
peregrinación a Notre-Dame du Sees (Nuestra Señora de los Mares) pidiendo una cura para la
enfermedad de su hija. Después de la Novena a la entonces Beata Margarita María, Leonia se
curó y nunca más sufrió de enfermedad crónica alguna durante su infancia. Celia describe a
Leonia después de ser curada: “Nueve días después de la enfermedad de Leonia, era capaz de
ponerse en pie de nuevo, corriendo por la casa como un pequeño conejo.” (SF) Un año más
tarde Leonia aprendió a andar.
En 1871 la familia Martin experimentó dos importantes cambios, el primero, los Martin se
mudaron a su nueva casa, previamente de la propiedad del padre de Celia; situada en la calle
Santa-Blaise número 36 en Alencon. Y el segundo, Leonia empezó a asistir al convento de la
Visitación para empezar sus estudios.
Como Leonia seguía creciendo, se hizo evidente la dificultad creciente de prepararla para ir a la
escuela. Sus padres trabajaron incansablemente para controlar su fuerte carácter y su naturaleza
rebelde, ayudándola a concentrarse en susestudios. Cuando Leonia fue suficientemente mayor
para ir a la escuela, Celia quiso enviarla interna a la escuela de la Visitación en Le Mans, donde
dos de sus hermanas mayores ya estaban estudiando.
Después de intentar en dos ocasiones matricular a Leonia en el internado de La Visitación sin
ningún éxito debido al rechazo de la madre superiora, Celia decidió pedir ayuda a su hermana
Sor María-Dositea cuya intercesión hizo que la madre superiora admitiese a Leonia a prueba,
siempre y cuando ésta fuese capaz de adaptarse a la disciplina de su nueva situación.
La sor María-Dositea dio especial atención a Leonia mientras permaneció en el internado de La
Visitación, ayudándola en sus estudios. Sin embargo, no tuvo éxito en el caso de las
Matemáticas, el material más difícil para Leonia. A pesar de su buen natural, Leonia resistió
todo intento de enseñanza, llegando al extremo de tener que ser enviada a casa.
En Enero de 1874, Celia trató de enviarla una tercera vez con el fin de que aprendiese el
catecismo para poder tomar su primera comunión, confiándola expresamente al cuidado de su
hermana. María-Dositea trató de controlar a Leonia usando su fuerte carácter sin éxito, al ver la
falta de resultados, cambió de táctica apelando al buen corazón de Leonia. Esta segunda
estrategia dio resultados sólo durante dos semanas. La estancia de Leonia en la Visitación sólo
duró tres meses más porque era demasiado difícil para ella controlar sus súbitos arrebatos de
carácter cuando se encontraba con otras estudiantes, por lo que era incapaz de concentrarse en
su aprendizaje. Cuando Celia fue a recoger a Leonia, la sor María-Dositea le confesó que a
pesar de las dificultades para enseñar a la niña, ella tenía el presentimiento de que Leonia
estaría un día llamada a ser una monja en La Visitación.
Al volver a casa, fue necesario buscar a alguien que enseñase a Leonia en casa. Celia encontró
dos profesores retirados que tenían una excelente reputación de respetabilidad y religiosidad. Sin
embargo, cuando Leonia comentó a su madre la actuación de sus profesores Celia los despidió
decidiendo educar a su propia hija ella misma, enseñándole el catecismo para su primera
comunión.
Leonia era muy receptiva a las enseñanzas de su madre, por lo que Celia la llevó en
peregrinación a la Basílica de la Inmaculada Concepción en Sees, en preparación para su
primera comunión que ocurrió el 23 de Mayo de 1875. Celia regaló un vestido de comunión a
una niña cuya familia no podía costeárselo, dándole también un lugar de honor en las
celebraciones de la primera comunión de Leonia. Más tarde Leonia recordaría ese día diciendo
“Mi primera comunión no fue el día más feliz de mi vida debido a los sufrimientos que pasé en
mi infancia debidas a las pruebas que me envió el Señor”. Justo después de su comunión Leonia
fue a Lisieux a pasar una temporada con sus tíos.
En esta época, Leonia era aún un poco rebelde, resistiéndose a la autoridad de sus padres, sin
embargo su amor hacia ellos era igualmente fuerte e intenso. Le encantaba entretener y cuidar a
su hermana pequeña Teresa, cantándole nanas hasta que se iba a dormir. Sin embargo, Leonia
pasaba mucho tiempo sólo en su habitación o con la criada y su conducta cambió, pasando de
ser tranquila a ingobernable de repente.
Esto hizo sospechar a su familia que algo estaba pasando, por lo que Celia la llevó a visitar a su
tía, la sor María-Dositea que al tener gran ascendiente sobre Leonia intentó averiguar el motivo
de su cambio. María-Dositea aún tenía la convicción de que un día Leonia se haría monja de la
Visitación como ella.
En el otoño de 1876, Celia se enteró de que María-Dositea estaba enferma de tuberculosis y en
Diciembre de ese mismo año, Celia comunicó a su familia que tenía cáncer de pecho. Leonia
acusó gravemente la noticia de la enfermedad de su madre.
En Enero de 1877, Celia visitó a su hermana por última vez, pidiéndole que cuando llegase al
cielo, le pidiese a Nuestra Señora para corregir la conducta de Leonia. Ante la inminente muerte
de su Tía, Leonia pidió ayuda a su hermana Marie para escribir una carta a la sor María-Dositea
diciendo: “Mi querida tía, cuando llegues al cielo, Podrías pedir al buen Dios, que si es Su
voluntad, me conceda la gracia de convertirme y también que me de la vocación de
transformarme en una verdadera religiosa, porque pienso en ello cada día…” (GV). Al día
siguiente, revisando la carta para ser enviada, María no podía entender el sentido de convertirse
en “…una verdadera religiosa…” por lo que preguntó a Leonia acerca de su significado; Leonia
contestó diciendo “Una verdadera religiosa es aquella que se hace santa y yo quiero convertirme
en santa”.
El 24 de Febrero de 1877 la sor María-Dositea murió entre grandes sufrimientos de tuberculosis
y fue recibida por el Señor. La familia Martin fue a Le Mans para asistir a su funeral y para
rendir sus respetos a su bendita tía. Celia seguía confiando que por la intercesión desde el cielo
de su sor María-Dositea la conducta de Leonia cambiaría. Un par de semanas más tarde la
causa del extraño cambio en Leonia se hizo evidente. María empezó a vigilar la relación de
Leonia con la criada Louisa Marais. María no podía entender porqué Leonia se comportaba
correctamente cuando Louisa estaba cerca y cambiaba completamente cuando era su madre la
que estaba a su lado. María descubrió que Louisa maltrataba y aterrorizaba a Leonia
controlando completamente sus acciones. María acudió a su madre contándole la situación.
Celia se indignó y confrontó directamente a Louisa quien confesó rogando permanecer en la
casa puesto que no tenía dónde ir. Después de hablar con Louis, Celia la despidió, ordenándole
no volver a tener contacto con Leonia.
Tan pronto como Louisa dejó la casa, el carácter de Leonia mejoró, estableciéndose una nueva
relación entre madre e hija. Celia describe esta situación a su hermano Isidore en una carta: “…
No puedo evitar pensar que esta transformación es debida a la intercesión de nuestra santa sor
María-Dositea desde el cielo, porque todo cambió a las dos o tres semanas después de su
muerte. Es debido a ella, que yo tuve la gracia de comprender cómo actuar con Leonia ganando
su afecto y espero que Dios me permitirá acabar mi tarea que está lejos de estar acabada…” (SF)
El cáncer estaba avanzando y la salud de Celia empezó a decaer. Celia no sólo cuidaba de su
casa, sino que dirigía su fábrica de encajes, además de tener que reeducar a Leonia. Celia temía
morir antes de ver a Leonia más independiente o de que Leonia volviese a su antiguo
comportamiento y no tuviese a nadie para ayudarla. Gracias a Dios, Leonia era un alma dulce y
dispuesta que dejó que su madre le enseñase a cambiar su vida a mejor. Su relación empezó a
fructificar y se volvieron inseparables. Leonia ayudaba a su madre con los encajes y Celia le
enseñó a Leonia acerca de “la amabilidad, generosidad, sacrificio y la determinación de
complacer sobre todas las cosas al buen Jesús.”(CV) Leonia permaneció al lado de su madre
hasta el final.
Realizando Celia que su vida se terminaba, decidió hacer una peregrinación a Lourdes,
buscando cura para su enfermedad. Luis hizo los preparativos para este viaje para su esposa y
sus tres hijas mayores. El se quedó en casa para cuidar de Celina y Teresa. Celia y Leonia
partieron hacia Le Mans para recoger a María y Paulina en el internado de La Visitación. Las
cuatro tomaron juntas el tren con destino a Lourdes. Una vez en el tren su mala suerte
comenzó. Unos pocos pasajeros decidieron hacer un poco de café para lo cual decidieron usar
un hornillo de aceite. El hornillo se volcó salpicando su ropa. Cuando llegaron a Lourdes
tuvieron que cambiar su alojamiento, no acabó ahí, para desconsuelo de María, ésta descubrió
que el Rosario que le había dejado su tía María-Dositea después de morir se había perdido.
Cada día de su estancia en Lourdes, Celia era bañada en las aguas heladas de Lourdes, y cada
vez, la esperada cura no llegaba. Celia rezaba incansablemente para curarse y en el caso de que
esto no fuese voluntad de Dios, que Leonia se curase y se hiciese santa. Al no producirse la tan
esperada curación las tres hijas de Celia empezaron a desesperarse, por lo que Celia trató de
hacerles aceptar la voluntad de Dios y Su plan para ella.
Llegó la hora de dejar Lourdes y volver a Alencon, allí les estaban esperando Luis, Celina y
Teresa. Cuando Luis vio sus caras entendió que la curación no se había producido. Celia le
confesó a su marido que al menos una de sus plegarias había sido escuchada, porque Léonie
había hecho una novena pidiendo a Dios que aceptase su vida en lugar de la de su madre.
Durante los meses que siguieron hasta la muerte de Celia, su mayor
preocupación fue el bienestar de Leonia, y acerca de quién iba a
cuidar de ella. Por ello pidió a Louis que cuando ella muriera,
trasladase la familia a Lisieux, cerca de la familia de su hermano
Isidore Guérin y de su esposa Elise-Celina. Al acercarse el final de
Agosto, viendo el decline de su madre, María le prometió que cuidaría
a Leonia y a sus hermanas más pequeñas. Celia murió el 28 de
Agosto de 1877 y fue enterrada en el Cimitiére Notre Dame,
(Cementerio de Nuestra Señora), que sería bombardeada en la
Segunda Guerra Mundial en Junio de 1944. Después de su muerte,
Luis cumplió su promesa, vendió su casa y trasladó a su familia a
“Les Buissonnets”, (Los Bosquecillos) situada en la localidad
de Lisieux.
Carmel de Lisieux
Tan pronto como se instalaron, mandaron a las niñas al internado benedictino de Notre-Dame
du Pré, donde Leonia estaría interna y Celina y Teresa iban a media pensión. María se quedó al
cargo de la familia mientras Luis volvía a Alencon a vender el negocio de encajes. Leonia
encontró difícil la escuela, pero no tan estricta como la Visitación.
Después de la muerte de su madre, Leonia siguió evolucionando positivamente, desarrollando
un gran afecto por su familia y por los otros. Este cambio era notado por todos, especialmente
por su hermana María, que sentía que era su madre desde el cielo la que estaba ayudando a
Leonia. Su padre siempre que la mencionaba la llamaba “mi Buena Leonia”.
Uno de sus profesores se sorprendió mucho al ver qué delicados eran sus sentimientos
expresados en composiciones escritas para clase. Leonia se esforzaba por expresar su amor por
los demás, haciendo pequeños sacrificios por el prójimo. Leonia acabó sus estudios en la
escuela benedictina de Notre Dame du Pré el primero de Octubre de 1881. Más tarde volvería
a visitar a sus antiguos profesores en numerosas ocasiones.
Un año más tarde, en Octubre de 1882, Paulina entró en el monasterio Carmelita de Lisieux,
todas las hermanas fueron a verla profesar sus votos.
En mayo de 1883, Teresa, la hermana pequeña se puso gravemente enferma, siendo el médico
incapaz de diagnosticar su enfermedad o de curarla, por lo que no les dio ninguna esperanza, la
familia estaba convencida de que Teresa se iba a morir. De pronto, Teresa se incorporó de
repente y estaba curada. La niña les confesó que la Virgen se le habia aparecido, mientras ellas
rezaban al pie de su cama.
En esa época, las ayudas para los sin techo eran muy escasas, por lo que la familia se dedicaba
a atender a los pobres en su casa de les Buissonnets, dándoles comida, ropa y dinero, no
teniendo ningún problema en mostrar su amor a los más necesitados. Leonia, seguía el ejemplo
familiar, y en el caso de una anciana desahuciada, sin familia ni amigos, ella se encargó
personalmente de cuidarla en sus últimas horas y de preparar su cadáver cuando murió. Leonia
también tenía actos de amor hacia su familia, teniendo pequeños detalles con sus hermanas
pequeñas, como regalarles sus muñecas cuando fue mayor para jugar con ellas. Su relación con
ellas era muy buena, hasta el punto de que cuando Teresa fue a recibir su confirmación el 14
de Junio de 1884, Leonia fue su madrina. Fue un día maravilloso para las dos.
En Octubre de 1886, María decidió también procesar sus votos en el convento de las carmelitas
de Lisieux, donde Paulina había entrado en 1882, por lo que la familia fue a visitar la tumba de
su madre en Alencon. En esta misma época, Leonia fue a visitar el convento de las Clarisas en
la callad de Demi-Lune. Habló con la madre superior y ambas acordaron que podría entrar
como postulante. Leonia llevó las noticias a casa y para asombro y desmayo de la familia,
especialmente de María, Louis dio su permiso para que Leonia entrase inmediatamente en el
convento. Esta fue la primera vez que intentó la vida religiosa. Desgraciadamente, la Regla de
las Clarisas fue muy dura para ella, por lo que no pudiendo soportar sus rigores, Leonia tuvo
que abandonar el convento en el primero de Diciembre de ese mismo año. Paulina confortó a
su padre diciéndole que un día Leonia sería monja.
En las primeras semanas de Julio de 1887, Luis y sus hijas Leonia, Celina y Teresa viajaron a
Le Havre para asistir a la Exhibición marítima. De allí, fueron a Honfleur donde visitaron la
capilla de Notre Dame de Grace (Nuestra Señora de la Gracia). Durante esa visita, Leonia
volvió a rezar pidiendo por su vocación y decidió seguir los pasos de su querida tía María-
Dositea, intentando por segunda vez la vida religiosa. Fue Celina quien ayudó a Leonia a
preparar sus cosas para entrar en el convento de la orden de la Visitación y el 16 de Julio de
1887, Leonia ingresó en el convento de la orden de la Visitación en la ciudad de Caen.
Sus intenciones al procesar la vida religiosa, eran tener una relación cercana con Dios y
convertirse en una santa. Una de sus mayores pruebas fue su mala salud y su desapego a las
cosas materiales. Desgraciadamente, este intento estaba llamado al fracaso debido a su mala
salud, por lo que Leonia tuvo que renunciar a su intento de continuar con la vocación de su tía
María-Dositea y volvió a casa con el corazón roto el seis de Enero de 1888; ese mismo año, la
hermana más joven, Teresa, entró en el convento de las carmelitas de Lisieux.
En Junio, la casa vecina se incendió y pasándose el fuego a su casa, el tejado se prendió, Leonia
y la criada estaban solas y tuvieron apenas tiempo para escapar.
Durante el final de 1888 y el principio de 1889, la salud de Luis fue empeorando. Había sufrido
previamente un par de pequeños derrames cerebrales por lo que empezó a estar desorientado y
a veces a perderse cuando estaba solo. Un día, Luis sufrió uno de estos episodios y llegó a Le
Havre. Todos estaban muy angustiados al no saber dónde estaba hasta que el propio Luis
contactó con su familia desde Le Havre para que lo fuesen a buscar. Después de este incidente,
la familia estaba muy preocupada de que esto pudiese ocurrir otra vez. El 12 de Febrero de
1889, se tomó la decisión de enviar a Louis al hospital psiquiátrico Bon-Sauveur, que llevaban
las hermanas de San Vicente de Paul en Caen. Unos días más tarde, el 19 de Febrero, Leonia
y Celina dejaron Lisieux y fueron a Caen para estar con su padre. Hicieron preparativos para
poder residir con las hermanas de San Vicente. Cada día, Leonia y Celina iban a ver a la sor
Costard para preguntarle por el estado de su padre, ya que sólo estaban autorizadas a visitar a
su padre una vez a la semana, lo que era extremadamente difícil para ellas.
Después de sólo tres meses, siguiendo el consejo de su tío Isidore, Leonia y Celina regresaron a
Lisieux el 14 de Mayo de 1889. Sin embargo, una vez a la semana, las dos viajaban a Caen a
ver a su padre y a las monjas del convento de la Visitación, dónde Leonia aún confiaba en
convertirse en monja.
Leonia y Celina viajaron con sus tíos a Paris ese mismo Mayo. Visitaron la Exhibición Mundial
y asistieron a la inauguración de la torre Eiffel. También visitaron Notre Dame des Victories
(Nuestra Señora de la Victoria) dónde Leonia y Celina pusieron una vela por su hermana Teresa
y rogaron por su padre. A la vuelta, pasaron por Lourdes, donde Leonia se bañó y rezó para ser
curada. Semanas después de volver, el 7 de Junio, ambas se mudaron a la casa de sus tíos en
Lisieux.
La vida en la casa familiar, querida por todos, había llegado a su final. El arrendamiento de la
propiedad finalizaba el 25 de Diciembre y se había decidido no renovarlo. Isidore Guerin, hizo
los preparativos para mover el mobiliario a su casa y al convento de las carmelitas donde María,
Paulina y Teresa eran monjas.
El 17 de Octubre de 1890, Leonia y Celina, junto con los Guérins, viajaron a Pary-le-Monial
para celebrar el aniversario de Santa Margarita María (Sagrado Corazón de Jesús). Allí, Leonia
pidió la intercesión de la Santa, para poder volver al convento de la Visitación.
Durante los tres años siguientes, mientras Louis estaba en el Bon-Savieur en Caen, sufrió un
nuevo derrame que le dejó paralítico, por lo que su familia decidió trasladarlo con ellos; para
ello, Isidore alquiló una casa cercana en el 7 de la calle Labbey, donde se trasladaron Leonia,
Celina y Louis.
El 23 de Junio de 1893, Leonia viajó a Caen para asistir a un retiro en el convento de la
Visitación de Caen, dónde se acercó a la madre superiora para solicitar su ingreso en el
convento. La madre superiora dio su consentimiento junto con Isidore, por lo que Leonia pudo
volver al convento, siendo éste su tercer intento de entrar en la vida religiosa. El 24 de Junio de
1893, Leonia comenzó de nuevo su vida como religiosa, estando muy contenta de su nueva
casa. Todas sus hermanas se alegraron con Leonia, porque sabían que tenía la gran virtud de la
humildad. En Febrero de 1894, Leonia fue aceptada para tomar el hábito, pero una enfermedad
imprevista del sacerdote retrasó la ceremonia. El 6 de Abril, Leonia, recibió su hábito de las
manos del obispo Hugonin siendo su nombre como religiosa el de sor Teresa-Dositea. Celina
asistió junto a sus primas a la ceremonia.
En las últimas semanas de 1894, la salud de Luis se fue deteriorando; sufrió otro infarto. El
doctor informó a Celina que su padre se estaba muriendo por lo que llamaron a un sacerdote
para que recibiese la Extremaunción, después de lo cual murió, el 29 de Julio, en presencia de
su hija Celina. Su funeral se celebró el 4 de Agosto. Después de su funeral, Isidore decidió que
los restos de la familia enterrados en Alencon, fueran trasladados y recibieran sepultura en
Lisieux, celebrando una pequeña ceremonia cuando los restos de Celia y los de Luis fueron
sepultados juntos.
Leonia no pudo acudir al funeral de su padre debido a que residía en Caen, Celina fue a visitarla
al convento cada día, durante su estancia con su prima Juana que también residía en Caen. Fue
la última ocasión en que se vieron antes de que Celina ingresara en el convento carmelita de
Lisieux el 14 de Septiembre.
A principios de la primavera de 1895, la sor María de Sales Lefrancois fue elegida madre
superiora del convento de la Visitación de Caen. La Madre María de Sales entendía la Regla de
una manera muy diferente a su predecesora, por lo que endureció la observancia a la Regla.
Como consecuencia de esto, Leonia y sus compañeras postulantes encontraron muy difícil
seguir los rigores de la vida en el convento. Para el final de la primavera de 1895, la Madre
superiora decide que Leonia debe posponer la profesión de sus votos, siguiendo el consejo de la
maestra de novicias. Leonia decide pedir un traslado al convento de la Visitación de Le Mans,
donde su tía María-Dositea había sido monja, sin embargo, sus hermanas, incluida Teresa, le
animan a permanecer en Caen y a soportar las pruebas enviadas, siguiendo el camino de
perfección. Sin embargo, sus mayores temores se cumplen, cuando es invitada, junto a otras
novicias, a dejar el convento al no ser capaces de seguir la Regla en su más estricta observancia.
El veinte de Julio, Isidore va a Caen a buscar a Leonia para llevarla de vuelta a Lisieux, al llegar,
Leonia va a visitar a sus hermanas al Carmelo. Era una de las ocasiones más tristes de su vida,
estaba tan desconsolada que las lágrimas le impedían incluso hablar. Su tía Elise-Celina y su tío
Isidore intentaron hacerla sentirse bienvenida en su casa, haciendo su relación muy cercana.
Pero las presiones de la vida fuera del convento eran demasiado difíciles para ella y era muy
difícil resistir a las tentaciones para que se apartase de la vida religiosa.
Teresa continuó aconsejando a su hermana Leonia en la manera de perfeccionarse y aunque no
estaba en el convento, le aconsejaba cómo conducirse. Esta relación no era nueva, ya que
Teresa le ayudaba antes de convertirse en monja carmelita y le enseñaba cómo distanciarse de
las cosas materiales, tarea difícil para todo el mundo. Leonia aceptaba la autoridad de Teresa
sobre ella y seguía sus consejos. Teresa le dijo: “No te faltan los pequeños sacrificios, querida
Leonia, ¿No está tu vida hecha de ellos? Me alegra ver tan gran tesoro delante de ti,
especialmente cuando me doy cuenta que sabes cómo aprovecharlos, no sólo para ti, sino para
todas las demás almas” (CL)
Tristemente los días de consejos de Teresa se acercaban a su final, porque había contraído la
tuberculosis que en aquella época era incurable. Todas las hermanas Martin estaban
terriblemente apenadas al pensar en perder a su querida hermana, sin embargo lo veían como la
voluntad de Dios, por lo que se prepararon para aceptar la pérdida de Teresa.
El dos de Julio de 1897, fue la última vez que Leonia vio a Teresa en persona ya que su
enfermedad se agravó y fue trasladada a la enfermería. Debido a la Regla Carmelita, Leonia no
podía visitar a su hermana en la enfermería. Leonia trató de mantener el contacto con Teresa a
través de sus hermas María, Paulina y Celina. Todo lo que Teresa decía era escrito y enviado a
Leonia. Teresa escribió su última carta el 17 de Julio diciendo “Si quieres ser una santa, será
fácil porque en lo profundo de tu corazón el mundo no significa nada para ti…Quiero decir, que
mientras tú te entregas devotamente a trabajos externos, tú sólo tienes un fin, agradar a Jesús y
unirte más íntimamente con El” (CL). Leonia continuó con su deseo de la infancia de
convertirse en santa. Pidió a su hermana Teresa que desde el cielo, intercediese ante Dios para
que la ayudase a convertirse en santa.
Leonia visitaría el Carmelo todos los días para seguir la enfermedad de su hermana. El 30 de
Septiembre, al saber que Teresa estaba en sus horas finales, Leonia y sus Tíos fueron a la
Capilla del Carmelo para rezar por ella. Cuando Teresa muere, Paulina, les envía una pequeña
nota para decirles que Teresa ya está en el Cielo. Unos días más tarde, Leonia encabeza la
comitiva que lleva el cuerpo de su hermana desde la capilla del Carmelo hasta el cementerio
local de Lisieux