Fecundación asistida sin el permiso de su ex pareja

 

Pide una fecundación asistida sin el permiso de su ex pareja
Una mujer británica, a quien le fueron extirpados los ovarios a causa de tumores malignos, ha pedido  al Tribunal Europeo de Derechos Humanos que le permita concebir a partir de sus óvulos congelado
Una mujer británica, a quien le fueron extirpados los ovarios  a causa de tumores malignos, ha pedido  al Tribunal  Europeo de Derechos Humanos que le permita concebir a partir  de sus óvulos congelados tras ser fertilizados con el esperma  de su entonces pareja, quien ha retirado su consentimiento. La audiencia  de apelación sobre el caso tuvo lugar hoy en la  Gran Sala, de 17 jueces, del tribunal, donde el pasado  marzo una sala de siete magistrados falló en contra de  Natallie Evans, de 35 años y residente en Wiltshire.
La Corte  respaldó entonces la facultad de los Estados de introducir en  sus legislaciones normas que permitan a donantes de óvulos y  espermatozoides retirar su consentimiento a un procedimiento de fecundación asistida,  como prevé la ley británica de 1990 sobre fecundación y  embriología humana.
Esa ley establece que el proceso de fecundación asistida  requiere el consentimiento de ambos miembros de la pareja, que  es revocable en todo momento mientras los embriones no hayan  sido implantados. El abogado de Evans, Robin Tolson, instó hoy  a la Corte a quitar “el cerrojo” del congelador y  permitir a su cliente utilizar los embriones congelados para poder  ser madre.
El representante del Gobierno británico indicó que hay ahora  un proceso de consultas sobre si se modifica la ley  de 1990, pero no quiso dar detalles. Tolson señaló que  si el Gobierno del Reino Unido cambia esa ley, significará  que reconoce “el error” cometido con Evans.
Al argumento de la  defensa de la demandante de que su última posibilidad para  ser madre estriba en los embriones congelados, conservados en una  clínica, el representante del Gobierno británico replicó que Evans puede  concebir con óvulos de otras mujeres. Evans, que parecía tranquila  y sonriente, no intervino en la audiencia.
En primera instancia, el  tribunal decidió, por cinco votos contra dos, que la ley  británica de 1990 no violaba el derecho al respeto de  la vida privada y familiar de la demandante, protegido por  el artículo 8 de Convenio Europeo de Derechos Humanos. Por  unanimidad, los siete jueces dictaminaron que tampoco se violaron el  artículo 14, que prohíbe la discriminación, y el artículo 2  sobre el derecho a la vida (en este caso, de  los embriones congelados).
Historia del caso de “fecundación in vitro”
A Evans  se le diagnosticó en 2000 tumores malignos en los ovarios  cuando con su entonces novio acudió a una clínica para  un tratamiento contra la esterilidad. Los médicos le propusieron que,  antes de la extirpación de ovarios, optara por un procedimiento  de fecundación in vitro.
Ella y su compañero tuvieron que firmar  el formulario legal, por el que daban su consentimiento, revocable  en todo momento antes de la implantación de los óvulos  fertilizados. Sin embargo, ella se cuestionó si podría hacer uso  de ellos si la relación se rompiera.
En 2001, seis embriones  fueron conservados. A ella le extirparon los ovarios y se  le informó de que tendría que esperar dos años antes  de la implantación de los embriones. Seis meses después la  relación se rompió y el hombre, apoyándose en la ley  de 1990, retiró su consentimiento para la conservación de los  embriones y la futura utilización de los mismos por parte  de su ex pareja Evans.

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