Jesucristo no nos enseña una mística de “los ojos cerrados”, sino un mística de “la mirada abierta” y de percibir la condición de los demás, la situación en la que se encuentra ese hombre que, según el Evangelio, es nuestro prójimo». La mirada de Jesús, la escuela de los ojos de Jesús, introduce en una cercanía humana, en la solidaridad, en la capacidad para compartir el tiempo, los talentos y también los bienes materialesEste corazón ve donde hay necesidad de amor y actúa consecuentemente. Sí, tengo que convertirme en una persona que ama, una persona de corazón abierto para dejarme turbar ante la necesidad del otro. Entonces encuentro a mi prójimo o, más bien, él me encuentra»,