Hoy, es de esos típicos, de esos días que hay que arrancar, la tarde en la casa se hace intolerable, hay que salir, caminar, respirar, dejar la desasón y tomar la alegría de la calle. Ayer pudo haber estado nublado, a ratos lluvioso. Hoy un día de fin de Agosto, brillante está el sol, un rató más, hará frio, los árboles de mi alrededor, están en flor, hacen juego con el jazmín amarillo, el vulgar. Quedan algunas camelias, un junco, todos los arbustos con pequeños brotes, todo un minuto de esperanza, son las cuatro, la hora de la partida. Escucha al final de Agosto. La oración para pasarlo, o que no pase sin oración. Es tiempo de despedida, reclamo, protesta, resignación de creer y de comprobar que la aceptación es el camino. El camino de la alegría, de la fuerza.
La fuerza que permite agradecer la vida recién pasada, continuar el tiempo que queda. Tiempo para acelerar lo que queda por hacer lo que algún día en la niñéz, se comenzó. Todo un inmenso carro de victoria, lo mío es pequeño, si no termino, no es mi problema, porque tu la Reina de las misiones, sabes lo que entregas, lo que quitas y el final.
Tantas vivencias aparentemente distintas, pero todas para amar.
Esa es la meta, todo un afán para hacerlo como Dios ama, como Tu amaste y amas. Pero a veces el afán se lleva al amor.
Lo de hoy, la conciencia la hace más dificil que lo anterior, pero lleno de vida, logros, crecimiento y futuro. El propio que queda, es de uno y es de dos, también el de otros, los más queridos encomendados. Esos que no corren, son lentos, esperan con razón su propio ritmo, ¿ podrán estar ahí como respuesta, cuando el tercer milenio nazca con el vértigo de la modernidad ?