Ciudad del Vaticano (Miércoles, 10-05-2017, Gaudium Press) En la víspera de su Viaje Apostólico a Fátima, el 12 de mayo, donde canonizará a los pastorcitos Jacinta y Francisco, el Papa dedicó el tiempo de su catequesis de la Audiencia General a hablar de la Virgen como Madre de la esperanza.
“María ha atravesado más de una noche en su camino de madre”, inició el Pontífice, quien hizo un rápido recorrido de algunas de las noches oscuras que afrontó en su vida terrena Nuestra Señora.
Todo comenzó con un Sí, el de su aceptación de ser la Madre de Dios: “Aquel ‘sí’ es el primer paso de una larga lista de obediencias – ¡larga lista de obediencias! – que acompañaran su itinerario de madre”.
Ella va acogiendo “la existencia así como ella se presenta a nosotros, con sus días felices, pero también con sus tragedias que jamás quisiéramos haber encontrado. Hasta la noche suprema de María, cuando su Hijo es clavado en el madero de la cruz”.
La Virgen aparece en el “momento crucial”, “cuando buena parte de los amigos han desaparecido por motivo del miedo. Las madres no traicionan, y en aquel instante, a los pies de la cruz, ninguno de nosotros puede decir cual haya sido la pasión más cruel: si aquella de un hombre inocente que muere en el patíbulo de la cruz, o la agonía de una madre que acompaña los últimos instantes de la vida de su hijo”. Ahí ella resume la esperanza.
Y luego en el cenáculo: “La reencontraremos el primer día de la Iglesia, ella, Madre de esperanza, en medio a aquella comunidad de discípulos así tan frágiles: uno había negado, muchos habían huido, todos habían tenido miedo (Cfr. Hech 1,14). Pero ella, simplemente estaba allí, en el más normal de los modos, como si fuera del todo natural: en la primera Iglesia envuelta por la luz de la Resurrección, pero también por las vacilaciones de los primeros pasos que debía cumplir en el mundo”.
“Por esto todos nosotros la amamos como Madre. No somos huérfanos: tenemos una Madre en el cielo: es la Santa Madre de Dios. Porque nos enseña la virtud de la esperanza, incluso cuando parece que nada tiene sentido: ella siempre confiando en el misterio de Dios, incluso cuando Él parece eclipsarse por culpa del mal del mundo. En los momentos de dificultad, María, la Madre que Jesús ha regalado a todos nosotros, pueda siempre sostener nuestros pasos, pueda siempre decirnos al corazón: “Levántate. Mira adelante. Mira el horizonte”, porque Ella es Madre de esperanza”, concluyó el Pontífice.
Con información de Radio Vaticano
Contenido publicado en es.gaudiumpress.org, en el enlacehttp://es.gaudiumpress.org/content/87144#ixzz4gm8xchkN
Se autoriza su publicación desde que cite la fuente.