esde Roma, el Padre Kentenich arribó a Schoenstatt en la tarde del 24 de diciembre de 1965… Llegaba a Schoenstatt, después de 14 años de exilio, en la Nochebuena, donde la Familia lo esperaba para darle la bienvenida.
Fue un largo tiempo de espera el que culminó aquel 24 de diciembre, después de varias semanas en Roma hasta que finalmente llegó el decreto del 22 de octubre liberándolo al Padre Kentenich de todas las imposiciones por parte del Santo Oficio, que fijaron (o más bien impusieron) su lugar de residencia, su contacto con el Movimiento, todo su obrar como Fundador. Durante los días transcurridos en Roma se celebró el 80° cumpleaños del Padre Kentenich, se bendijo simbólicamente la piedra fundamental del futuro Santuario Matri Ecclesiae, y una y otra vez surgió la pregunta, en Roma, en Schoenstatt y en todo el mundo: ¿Podrá el Padre Kentenich regresar a Schoenstatt, a su Santuario Original? ¿Volverá para Navidad? La mañana del 24 de diciembre, literalmente a último momento, la noticia corrió como reguero de pólvora por todo Schoenstatt, en plena preparación a la Navidad: “¡Vuelve el Padre! ¡Llega hoy! ¡Se ha cumplido el tan anhelado Milagro de la Nochebuena!”. Se dejaron de lado todos los preparativos navideños, se hicieron cadenas telefónicas para dar aviso, y en horas nomás cientos de schoenstattianos estaban al tanto de la gran noticia. No pocas familias recurrieron a abuelos o vecinos, dejándole a cargo sus hijos, y se pusieron en camino rumbo al aeropuerto de Frankfurt o rumbo a Schoenstatt… para esperar al Padre, a quien muchos sólo conocían por fotos y a través del testimonio de otras personas.
LA FOTO DEL PADRE
En una de las fotos más famosas que hay del Padre Kentenich se lo ve al Padre arrodillado en el Santuario Original en profunda oración, al cabo de 14 años… Esta foto fue obra del Sr. Blank, Hermano de Maria, quien – cámara en mano – se encontraba cerca del Santuario Original. Como no pudo entrar, fue a la ventana que mira hacia la tumba de los héroes, la entreabrió un poco más, se puso en puntas de pie, levantó la cámara y, sin alcanzar a ver nada, sacó una foto… Gracias a él y a su “arrojo” filial tenemos hoy esta foto de ese diálogo del Padre con su Reina en aquella Nochebuena. Es el Padre, hablándole a Ella; quien al igual que aquel 18 de octubre seguramente le habrá hablado a él de esta familia también, y de todos aquellos que un día formarían parte de la misma, por compartir la misión encomendada por Ella al Padre… Después del reencuentro silencioso en el Santuario Original, el Padre saludó en la aula del Colegio de las Hermanas de Maria a cientos de schoenstattianos de todas las ramas y comunidades que se habían corrido hasta Schoenstatt para darle la bienvenida. Las Hermanas entonaron el “Aleluya” de Haendel con tanta felicidad y emoción que hasta el día de hoy, 50 años después, al escuchar este canto muchos reviven con lágrimas de alegría el momento de aquella Nochebuena en que el Padre les habló como si esos 14 años jamás hubiesen existido, reconociendo a gente que no veía desde hacía 14 años, preguntándoles por cosas que le habían transmitido en algún diálogo con él y que apenas si recordaban ellos mismos, saludando a personas que sólo conocía a través de cartas de las que también recordaba perfectamente lo que le habían transmitido en ellas, cuando el Padre le habló a su familia no de los años transcurridos hasta ese momento sino de la misión que juntos debían emprender como muestra de eterna gratitud a la MTA.
Esa noche de gracias culminó con la celebración de la Navidad, que esta vez se hizo mucho más palpable. A medianoche, el Padre celebró en el Santuario Original, el nuevo Belén, las dos misas de Navidad (según el rito preconciliar). Fue esta la última vez que pisó, en vida, el Santuario Original.