UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No34
*LA BARBA*
Después de la guerra, es interesante ver la actitud que el Padre tomó frente a las mujeres. En su período de formación como sacerdote él vio el comportamiento de algunos sacerdotes que no le agradaron. El hecho es que se dio cuenta de que el sacerdote no puede darse como un amigo frente a la mujer, que lo estropea todo si se comporta como compañero frente a ella. El sacerdote tiene que ser un representante de Cristo, en el fondo, un padre.
Por eso él se planteó no trabajar con mujeres hasta no estar firme en su personalidad paternal y se propuso, tal como lo establecía el Derecho Canónico, no trabajar como director espiritual de mujeres hasta cumplir 35 años. Buscaba así un seguro humano que le diera la garantía de ser ya un hombre maduro capaz de tener un trato paternal con las mujeres que se le acercaran. Y lo cumplió al pie de la letra.
Las primeras mujeres llegaron a Schoenstatt después de la guerra, atraídas por el estilo de vida y cristianismo de los soldados congregantes. Gertrudis von Bullion, una enfermera, quedó tan impresionada con la santidad de los jóvenes en el frente de batalla que fue a buscar al fundador de la congregación que seguían. El Padre Kentenich no quiso dirigirla, pues todavía no había expirado el plazo de edad que se fijó y la derivó al Padre Kolb, que tenía más edad.
Una anécdota: En 1920 se cumplió el plazo de 35 años de edad para ser director espiritual de mujeres. Ante eso, el Padre decidió dejarse crecer la barba, pero por un triple motivo.
En primer lugar, porque en la comunidad de los Padres Pallotinos se usaba corrientemente barba. Era una comunidad misionera y los padres que iban a África normalmente usaban barba, lo que era algo muy corriente. En segundo lugar, la barba le ofrecía cierta protección para su permanente bronquitis, al preservar su cuello del frío. Pero también, pensó que la barba podía darle una apariencia más madura, más paternal, lo que facilitaría el trato con las mujeres, de manera que ellas lo sintieran realmente como un transparente de Dios y no, en primer lugar, como un amigo o un compañero.
NA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No35
*RETIRARSE*
El Padre Kentenich no solo tiene una inmensa sensibilidad para captar lo que Dios quiere y transmitirlo con fuerza, si no que también se preocupa continuamente por asegurarse de que lo que él ha creído captar del plan divino, verdaderamente corresponda a ese plan. ¿Y cómo lo prueba? Retirándose. Cuando él cree que Dios quiere algo, lanza la idea y después se retira, entonces saldrá adelante, tendrá fecundidad. Por ejemplo, en relación al 18 de octubre, él da la plática, pero nunca más vuelve a mencionarla. Los jóvenes no se dieron cuenta de la importancia de esa plática, la tomaron como una más. Pero algunos intuyeron que había algo más y comenzaron a vivir el sentido de la Alianza y el capital de gracias. En 1919 la plática se publicó por primera vez en la revista MTA que editaban los estudiantes.
Una anécdota: Más de 180 jóvenes pertenecieron a la Congregación mariana de Schoenstatt y a la organización externa entre 1914 y 1918. Ellos fueron el núcleo creativo del naciente Movimiento Apostólico de Schoenstatt. Dieciséis de ellos murieron en la primera guerra mundial, y algunos despúes.
Para los que quisieron seguir siendo schoenstattianos después de la guerra, y sobre todo para los “externos” que no venían del seminario en Schoenstatt, surgió la pregunta de si debían continuar en la Congegación, y en caso de obtener una respuesta positiva, cómo se continuaría.
Los congregantes que volvieron de la guerra y aquellos nuevos miembros que habían sido conquistados durante ella, decidieron hacer un encuentro en Hoerde, un barrio de la ciudad de Dortmund. Iban a tener un gran encuentro en ese lugar para tomar las decisiones. Los líderes se prepararon con mucho detalle para esa asamblea y el Padre Kentenich conversó mucho ellos para orientarlos. Los jóvenes viajaron primero hacia Hoerde y esperaron al Padre, que les había prometido ir. Pero cuando estaban ya reunidos allá, llegó un telegrama del Padre avisándoles que no iba a asistir y que ellos hicieran esa reunión solos. Conscientemente él había tomado esta resolución, porque había llegado un momento decisivo, él ya les había mostrado a los jóvenes la línea que pensaba que correspondía seguir, pero era el momento de tomar la decisión final y de organizar el movimiento y dijo: “no voy. Quiero estar seguro de haber captado la onda de Dios. Ya les di mis ideas y cierta orientación, ahora que ellos decidan. Si deciden en la misma línea, quiere decir que yo había captado el plan de Dios; si deciden distinto, entonces no”.
Así, el Padre siempre dejó que sea Dios quien conduzca las cosas, por eso es tan fecundo y creador de historia.
Hörde es un verdadero acontecimiento fundacional: desde entonces Schoenstatt no fue más la Congregación mariana de los estudiantes del seminario, sino que de allí surgió, en forma independiente, la “Federación apostólica”, que definió como su verdadera finalidad el apostolado. Lo que permaneció y se profundizó, fue la centralización en el valle de Schönstatt, y la designación del Santuario original, que desde entonces en vez de “capilla de la Congregación” fue llamado “santuario de la Federación”.
UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No36
NA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No37
EL 31 DE MAYO
A su regreso de Dachau, el Padre Kentenich inicia sus viajes por el mundo para poner su Obra al servicio de la Iglesia. Pero había padres Pallotinos que no comprendían la importancia del Padre Fundador, no comprenden el por qué de la importancia que ha ido adquiriendo, piensan que se ha atribuido un rol central desproporcionado y lo están convirtiendo en un verdadero ídolo. Las quejas llegan hasta oídos del Obispo de Tréveris, quien iba a hacer un estudio sobre Schoenstatt y éste decide hacerlo con carácter de Visitación Canónica.
Una anécdota: La Visitación se realizó entre el 19 y el 28 de enero de 1949, al Movimiento en general y al Instituto de las Hermanas en particular, por ser la comunidad schoenstattiana más madura y estructurada. Su informe final fue bastante positivo: reconoció que el nivel espiritual de la comunidad de las Hermanas era excepcional y que no había conocido una comunidad con ese espíritu de oración y con esa seriedad en su aspiración a la santidad. Fueron muchas las alabanzas. Pero como única reserva dijo que tal vez debería presentarse atención a la relación entre la comunidad y el Padre Fundador, ya podría haber algo de masificación e infantilismo.
La idea era la siguiente: parecía bien que un hombre fuese camino hacia Dios para otros. Pero se pensaba que eso debía limitarse al comienzo de la vida espiritual, de manera que una vez que la persona hubiese alcanzado cierto desarrollo interior, debería bastarle solo con Dios. Por eso, parecía que el cariño de la familia al Padre Kentenich podría impedir un pleno desarrollo personal, pues se quedaba detenido en él. El Obispo de Tréveris, puso en su informe que esas pequeñas críticas eran detalles sin importancia y pidió la opinión al Padre Kentenich.
El Padre no lo consideró así, para él esos detalles era esenciales, pues ahí creía que se jugaba el “pensar orgánico”, donde debía estar el destino de la Iglesia. Y motivado por una responsabilidad muy grande por la Iglesia, el Padre respondió al Obispo el informe de la Visitación canónica con una carta, consciente de que con ella arriesgaba la Obra entera.
Decía que no se puede dividir la vida cristiana en etapas mecánicamente separadas: primero lo humano, el amor a los hombres, y después dejar los aspectos humanos y entregarse solo a Dios. Decía que no se puede separar las cosas tan fácilmente.
La experiencia de la Familia había demostrado que en la medida en que creció la intimidad con el Padre Fundador, y las hermanas lo fueron sintiendo como un verdadero padre, precisamente en esa medida fueron llegando a una gran altura y madurez espiritual. No puede hablarse de infantilismo si habían llegado a ese nivel.
“Las criaturas son caminos permanentes hacia Dios y solo puede llegar a crecer cada vez más en su vinculación a Dios, aquel que simultáneamente va creciendo en su vinculación a los hombres”.
El Padre Kentenich veía que el problema de la Iglesia era justamente este: había descuidado demasiado el valor de lo humano, cayendo en un grado de espiritualismo que no se sostiene. Él mismo había experimentado en su vida que sin vínculos humanos se había venido abajo.
La carta la comenzó a escribir en Argentina y la continuó en Chile. El día 31 de mayo, víspera de Pentecostés, alrededor de las 6 de la tarde, el Padre se reunió con las Hermanas en el Santuario de Bellavista y puso la carta sobre el altar, diciendo en una plática: “Quien tiene una misión, debe serle fiel y cumplirla”.
Por esta carta de respuesta a la Iglesia, el Padre fue separado de la Familia de Schoenstatt y desterrado a Milwaukee, Estados Unidos, durante 14 años.
UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No38
*Reina del Cenáculo*
Sobre el cuadro de la MTA en el santuario original de Schoenstatt, se encuentra la corona con cual se coronó por primera vez y en forma oficial a la Madre tres veces Admirable. Esta corona es la expresión y signo visible de la corriente de coronación a María que se despertó en la Familia en el año 1939, en la época del gran auge del nacionalsocialismo.
El 20 de mayo de 1939, las tropas escogidas de Hitler se establecieron en Schoenstatt y convirtieron el Seminario Menor de los Padres Palotinos en escuela de jefes nacionalsocialistas. Ciento treinta y tres miembros de la juventud de Hitler ocuparon el Seminario. En esos difíciles años, en que la dictadura nazi pretendía robar la corona a Cristo Rey y a María Reina, el P. Kentenich escribió: “…rescatar de las ruinas significa para nosotros, en el tiempo actual, coronar a la Madre de Dios”. “Cuando María sea reconocida como la Reina del mundo entero, entonces surgirá la vida, una vida nueva y original”. Así se originó la primera coronación oficial y solemne realizada por toda la Familia de Schoenstatt.
Como expresión de gratitud, de desvalimiento y disponibilidad, la corona fue regalada por el Instituto de las Hermanas de María el 18 de octubre de 1939, en la celebración de los 25 años de la fundación del Movimiento. La coronación como tal tuvo lugar el 10 de diciembre y en esa oportunidad se cantó por primera vez el “Himno de la Familia”, cuyo texto recoge el ambiente espiritual de esa época de lucha heroica.
En los santuarios filiales suele haber una réplica de la corona del santuario original; pero también hay coronas que han surgido de las corrientes de vida propias de los diversos lugares.
Una anécdota: En 1949, en Chile, tras la bendición del Santuario de Bellavista el 20 de mayo y la entrega de la Misión de Schoenstatt el día 31, el Padre Kentenich procedió con las Hermanas a la Coronación de la Santísima Virgen, el 5 de junio en el Santuario de Bellavista. ¿Por qué lo hicieron? Porque el carácter de Cenáculo les impuso tareas grandes y difíciles. Se sentían débiles y desvalidas ante esta tarea y ¡La Virgen debería glorificarse!.
Coronaron para que María, como Reina del Cenáculo, se preocupe de mediar las gracias de pentecostés y el Espíritu Santo haga de cada casa una cuna de santidad. El Padre entregó la corona y el cetro a la Virgen y de pronto, en un gesto espontáneo, se arrodilló frente a la Reina coronada y rezó con sus propias palabras una oración de coronación en el sentido de su propia intención: entregarle simbólicamente a María el cuidado ante la inminente y difícil lucha con las autoridades eclesiásticas.�“¡Querida Madre y Reina tres veces Admirable de Schoenstatt! En nombre de nuestra pequeña familia y en nombre de toda la Familia de Schoenstatt, te entrego una corona. Tú sabes lo que esto significa. Lo hago en nombre de todos aquellos que, alguna vez, encuentren el camino a este Santuario, de todos aquellos que, en algún lugar y de alguna manera, acojan cálidamente la palabra Schoenstatt”.
El sentido de coronar es, por una parte, expresar nuestra perfecta conciencia de que dependemos de la Mater; y, por otra, al coronar a María Santísima, ella nos regala una perfecta conciencia de responsabilidad.
¡Nosotros somos quienes la coronamos! ¿Qué significa esto? Con la coronación le estamos diciendo a la Santísima Virgen: dependemos enteramente de ti… pero tu asumes la plena responsabilidad por el Cenáculo, por la venida del Espíritu Santo, por la acción eficaz del Espíritu Santo desde este pequeño Santuario.
La Corona del Santuario de Bellavista fue robada el 18 de enero de este año 2018. Muchos han interpretado este hecho como un llamado al desafío que significa vivir en estos tiempos la Misión de Schoenstatt, algo que todos los schoenstattianos tenemos que asumir para que la Santísima Virgen siga siendo digna portadora de su corona y su cetro como Reina del Cenáculo.
UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No39
*Conducir a través de otros*
La fecundidad del P. Kentenich se manifiesta también en que él, con su personalidad de jefe, forma otros jefes. Él procura desaparecer, retirarse cuanto antes, poner el máximo de responsabilidades en los jóvenes y desarrollar sus iniciativas. Se esfuerza siempre por comprobar si está o no en la “onda” de Dios, no deja solos a los muchachos en momentos decisivos y se preocupa de no forzar la vida. Durante todo este tiempo él tiene también como principio no llamar nunca a nadie a conversar con él, si no que les habla a los jóvenes cuando tienen reunión y cuando ellos por propia iniciativa lo buscan.
Muchas veces, cuando José Engling era jefe de la Congregación, le hubiera gustado conversar con él pero nunca lo mandó llamar, porque no quería intervenir más allá de los deseos de Dios. Cuando se da cuenta de que era conveniente conversar con él, le reza al ángel de la guarda de José para que se lo traiga, para que despierte en el corazón de José el deseo de conversar con él. Si éste venía quería decir que su oración fue escuchada y que estaba así en el plan de Dios. El Padre era un hombre increíblemente respetuoso de la libertad de los otros y, cuando quiere mover a otros, trata de hacerlo por vías sobrenaturales, asegurándose que eso corresponde al deseo de Dios, entonces su trabajo va a ser fecundo porque lo está haciendo en conjunto con Dios y no es él quien está inculcando a otros su propias ideas.
Una anécdota: El Padre tiene muy claro que Dios gobierna el mundo por causas segundas y transmite su vida divina a las criaturas por medio de personas, por eso él debe actuar como Dios actúa y comprende que si Dios se vale de él para conducir a los jóvenes, él se debe valer de jóvenes para guiar a otros jóvenes; conducción a través de jefes le da garantía de que está surgiendo la vida que Dios quiere y no sus ideas.
El Padre Menningen cuenta que cuando él se dio cuenta de que en torno al Santuario sucedía algo especial y que alumnos visitaban con frecuencia la capillita, quiso averiguar el asunto. Él era menor y por eso no había estado en la Plática del 18 de octubre de 1914. Una vez descubrió una caja con papelitos y los leyó, ahí vio que los jóvenes ofrecen sacrificios y otras cosas a la Virgen y eso le llamó la atención. Entonces va donde el P. Kentenich para preguntarle lo que está sucediendo y, éste, lo manda donde José Engling para que le explique, pues no quiere ser él quien responda sus preguntas.
El P. Menningen dice que para él esto significó una gran desilusión, porque José era una persona poco atrayente, un hombre grandote, medio torpe para hablar y poco ágil para correr, por eso todos se burlaban de él; pero obedeció y fue a conversar con él. Sin embargo, reconoce que esa conversación con José Engling fue una de las impresiones más grandes de su vida al sentir con qué amor le hablaba de la Virgen. Después siempre le agradeció al P. Kentenich que lo hubiera mandado donde Engling y se propuso no permitir nunca más que alguien se riera en su presencia de su nuevo amigo.
El P. Kentenich siempre trataba de dirigir a través de los jefes, porque así lo hacía Dios y era la mejor garantía de que no estaba imponiendo su propia voluntad, ya que también estaban cooperando otras iniciativas.
UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No40
*Su autoridad*
Otro principio que el P. Kentenich copia de Dios es la forma de ejercer la autoridad. Él advierte de que Dios es una autoridad sumamente fuerte, un Dios que es omnipotente, que tiene todas las riendas del poder y del control del universo en sus manos y que, sin embargo, no usa su autoridad para aplastar la libertad del hombre, sino precisamente para suscitarla y fecundarla.
Todo el poder de Dios está dirigido a estimular la libertad de los hombres y el Padre Kentenich cree que así mismo debe actuar la autoridad, no puede existir una sociedad organizada sin una autoridad fuerte, pero para que esa autoridad sea fecunda debe estimular la libertad.
Una anécdota: En los primeros años, cuando se plantea la organización de la Congregación Mariana, el Padre habla con los jóvenes y les dice que el modelo de la Congregación debe ser modelo de la sociedad del futuro, con una autoridad fuerte que coordine y trace líneas de acción común. “Máxima centralización para una máxima descentralización”, es decir, una autoridad fuerte, con derechos claros, que pueda mandar eficazmente para evitar la anarquía y que use todo su poder para estimular la libertad y las iniciativas de los demás.
Cuando llega el momento de votar la aprobación de los estatutos, el Padre se enferma y cae hospitalizado, por lo que lo reemplaza otro padre, pero que desconoce un poco el tema.
En una reunión se plantea un punto en los estatutos sobre quién debe decidir la admisión y expulsión de un miembro de la Congregación. Un jefe responde que el cuerpo directivo. Pero los demás se oponen porque quieren que sea por mayoría de votos. Y se entraban en una discusión sobre el poder que quiere tener la “masa”. Los jefes no están de acuerdo, ya que creen que las decisiones importantes deben tomarlas los jefes y la comunidad debe aprender a confiar en ellos. Finalmente, gana la opción de la vía democrática total.
El padre reemplazante va donde el P. Kentenich y le informa sobre el resultado. Entonces el Padre da su primer golpe de autoridad y dice que no lo acepta, ya que dice que una comunidad sin una autoridad definida, no prospera; sin sentido de obediencia no se sale adelante; y que el verdadero sentido de la autoridad es el de una autoridad clara y firme pero siempre servidora, pues utiliza sus fuerzas para estimular a los demás y suscitar vida e iniciativas que vengan desde abajo.
Esto se grabó a sangre y fuego en los jóvenes. Y debe ser importante para nosotros, pues muchas veces al escuchar lo “familiar” pareciera que es algo “medio al lote” o “a lo amigo”, pero cuando el P. Kentenich habla de “familiar” supone también un ambiente de espontaneidad, pero no sólo eso. Él quiere familias fuertess, fecundas, capaces de vencer y moldear la historia. Y para eso estas comunidades familiares necesitan autoridades claras y con derechos definidos. Por eso, en Schoenstatt se exige que cada grupo tenga un jefe, de otro modo una comunidad no se forma debidamente.
UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No41
*Un jefe recio*
Hasta el final el P. Kentenich tuvo que controlar su fuerza de trabajo para no aplastar a otros. En un principio creía que los demás podían soportar su mismo ritmo de trabajo, pero, poco a poco, fue aprendiendo que no podía ser así.
En cierta ocasión, la secretaria que tuvo sus últimos años en Milwaukee, escribió durante todo el día lo que él le dictaba y luego siguió en la noche hasta muy tarde. Era ya medianoche y ella, que estaba trabajando desde las 9 de la mañana, no daba más. Le dijo al Padre “¿Padre, no será mejor seguir mañana?”. Él le preguntó: “¿está cansada?”. “Si”, respondió ella. Y él le dijo “¿Y así cree Ud. que vamos a construir un mundo nuevo?”. Ella tuvo que seguir adelante. Al día siguiente el Padre le pidió disculpas por haber sido muy duro y medir a veces a los otros con la misma vara con que se medía a sí mismo.
En los primeros años del Movimiento, se sentía un hombre fuerte. Él era de temperamento colérico. Era un hombre de ideas claras, de una voluntad de acero. En este período, a pesar de que ya había logrado la armonía de su personalidad y era un jefe paternal, lo que predominaba en él era todavía el aspecto colérico.
Una anécdota: Todo se notaba en su estilo de trabajo. El Padre dormía cinco horas diarias, se levantaba temprano y trabajaba hasta muy tarde, era muy exigente. Una vez tenía que dictar una conferencia y le pidió a su secretaria que mientras él dictaba la conferencia ella le escribiera algo. Ella le pidió permiso para ir también a la conferencia y escribir esa carta después. “Bien –le dijo el Padre- si usted quiere, vaya. Yo buscaré otra secretaria que tenga más espíritu de trabajo”.
Era un hombre sumamente serio en el cumplimiento de su deber. Tenía una memoria extraordinaria Era capaz de predicar tres retiros simultáneos sobre temas distintos y no perder el hilo conductor.
Tenía un gran dominio de sí mismo y de su cuerpo. Nunca se quejaba. Sus secretarias contaban que si se le caía un lápiz, aún no había llegado al suelo y él ya lo había recogido. Hasta el final de su vida se le vio siempre sentado en una postura erguida. Y pasados sus 80 años seguía subiendo y bajando las escaleras de las casas argumentando que tenía que hacer ejercicios.
Todo esto era expresión de su temperamento colérico, que a veces se le salía por los ojos. Se le notaba cuando algo le había molestado. El P. Kentenich no era “abuelo” e insistió mucho en ello.
Se mostraba duro con las personas que necesitaban escuchar ciertas verdades, solo cuando sabía que entre él y ellas existía un lazo de total confianza que aseguraba que ese contacto educador no se cortaría con la reprimenda. Con las personas que no conocía, el Padre se preocupaba solamente de acogerlas.
Un sacerdote tuvo una experiencia en Roma en este sentido. Contó que una hermana hizo una pregunta al Padre que parecía muy inofensiva. Sin embargo, fue causa de un duro reto de su parte e hizo que a la hermana se le llenaran los ojos de lágrimas. Al día siguiente, pasó lo mismo con otra hermana, sin embargo el Padre la trató con mucho cariño. El sacerdote pensó que el Padre se había logrado controlar. Pero el Padre Kentenich descubrió ese pensamiento y lo llamó: “No crea que ayer se me escapó el genio. Yo las conozco bien a las dos y sé que la de ayer necesitaba ese reto y la de hoy no. Las dos tienen un carácter muy distinto y yo las tengo que educar. ¿Si yo no lo hago, quién lo va a hacer?”.
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UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No42
*Las Luchas físicas y espirituales*
Durante sus 6 años de estudio, de 1904 a 1910, el Padre Kentenich estuvo enfermo, ya que tenía cierta predisposición a contraer enfermedades del aparato respiratorio y su salud no era fuerte. Se cuenta que él era una excepción, tenía permiso de sus superiores para acostarse antes, retirarse de la misa y de las clases, para no participar en paseos, para irse a su pieza y su casa cuando lo necesitara. Esto repercutió mucho en él.
Además de los problemas de salud físicos, el P. Kentenich vivió fuertes luchas interiores desde su ingreso al Noviciado hasta su ordenación sacerdotal. “Fueron luchas intensísimas, que no me permitían tener ni el menor asomo de felicidad”. El las describió como “luchas juveniles, causadas por mi orientación racionalista y escéptica no sana, que me impedía el apoyo en lo sobrenatural”. Por eso siente que vivió todas las angustias del hombre moderno hasta en sus mismas raíces. Tuvo una profunda experiencia de desgarro interior, pues no era capaz de lograr una síntesis de todas las verdades e ideas que bullían en él, de todo lo que sentía y anhelaba. Por eso se sintió interiormente partido, sobre todo porque no podía unir esas ideas con la vida. Le costaba unir su vida personal con quienes lo rodeaban. Él sintió todo esto con intensidad tan fuerte y durante tan largo tiempo, que temió seriamente volverse loco por no poder soportar esta tensión.
Esta crisis duró varios años y hubo una continua lucha por lograr el equilibrio interior, una armonía intelectual y vital. Él mismo decía que era una crisis en torno a la verdad, porque era un fanático de la verdad.
Más adelante relatará sobre esa época: “soy de esas personas que durante su vida, en su juventud, ha tenido que luchar mucho. Dios me dio un entendimiento muy agudo, por eso todo se me hacía tan difícil de creer. Fueron luchas en torno a la Fe. Luchas terribles, duras, precisamente porque afectan los fundamentos”.
Todo esto influía en él, lo físico y sus luchas espirituales hicieron que se acentuara aún más su soledad.
Una anécdota: A pesar de faltar ocasionalmente a clases, era un alumno extraordinariamente inteligente. Fue siempre el primero de su curso y el puntal de los que solicitaban ayuda. Todo los años se realizaba en el Seminario un debate donde dos alumnos defendían tesis contrapuestas. Un año fue seleccionado el P. Kentenich y en su tesis dejó mudo a su contendor. Entonces, el profesor, que era partidario de la tesis derrotada, se impacientó e intervino en la polémica. Y le dijo al Padre “no es así como Ud. lo dice, a este problema corresponde otra explicación”. El P. Kentenich le contestó “ese no es ningún argumento. La verdad no se prueba con autoridad, si no con argumentos”. Eso cayó como una bomba y se produjo un gran silencio en la sala, por lo que se suspendió el debate.
El Padre dijo más tarde: “esa respuesta mía fue una falta de tacto, yo no debería haber dicho eso. Si me hubiera dado cuenta que era mi profesor, debería haber callado por el respeto que le debo. Pero yo solo veía la verdad”.
Cuando se trataba de la verdad él no transigía.
UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No43
*El sacerdocio*
Poco después de un polémico debate con un profesor, se reunió el Consejo Provincial para decidir a quiénes aceptaban a la profesión perpetua en su camino al sacerdocio. Al Padre Kentenich le correspondía hacer sus promesas definitivas antes de su ordenación sacerdotal y se votó su caso. Eran 5 los que votaron y, a 10 meses de ordenarse sacerdote, el Padre fue rechazado por 3 votos contra 2. Se le rechazó por varios motivos; en primer lugar, porque su persona era un misterio y nadie sabía lo que pasaba en su corazón, aunque era un joven inteligente y muy piadoso, sus superiores no lograban llegar al fondo de su alma y les intranquilizaba que se hiciera tantas preguntas y fuera tan apasionado en la búsqueda de la verdad, lo que a veces ponía en dificultades a los profesores.
Además de eso, les inquietaba que pudiese tener dudas de Fe y que ante tantas interrogantes su fe no fuera sólida. Y la otra preocupación, era su actitud frente a la autoridad y las influencias que podría llegar a tener en la comunidad con su nivel de inteligencia. Se decían: “será imposible controlarlo, pues nadie lo conoce a fondo”. Esa inseguridad frente al Padre los llevó a rechazarlo.
Una anécdota: El padre Kolb, rector de la Casa, fue el encargado de comunicarle esta noticia al P. Kentenich. El P. Kolb fue siempre un gran apoyo para el P. Kentenich, le tenía mucho cariño y aprecio por lo inteligente, por lo respetuoso y por lo sobrenatural que era y, probablemente, también por la forma en que había sabido sobrellevar sus enfermedades. Por eso, con mucho dolor, le dijo que no había sido aceptado. En ese tiempo cuando expulsaban a alguien de un seminario, se le cerraban todas las puertas para llegar algún día a ser sacerdote.
El P. Kentenich escuchó la decisión y luego preguntó el por qué. El P. Kolb le explicó las dudas e inseguridades que tenían sus superiores frente a él. Entonces, contestó: “Bueno, si ésa es la decisión, la acepto como voluntad de Dios. Pero de mí pueden tener siempre la certeza de que delante de mis superiores mostraré siempre apertura y franqueza, pero detrás de ellos seré todo silencio y respeto”. Ahí formuló su principio de obediencia, que demostró siempre en su vida.
Al P. Kolb le impresionó mucho la actitud y reacción del Padre, de tanta aceptación y tranquilidad, sin cuestionamientos, por lo que volvió a consultar su caso con el Consejo y consiguió que se hiciera otra votación. Esta vez uno de los consultores cambió su voto y el P. Kentenich fue aceptado por 3 votos contra 2.
El 8 de julio de 1910 fue ordenado sacerdote.
“Mis luchas interiores terminaron cuando fui ordenado sacerdote y pude proyectar en otros el mundo que llevaba en mi interior. El constante especular encontró su saneamiento en la vida cotidiana ¿A quién debo agradecer todo esto? Sin duda a la Santísima Virgen. De este modo pude experimentar en mi propia persona, además de la enfermedad, la medicina”
UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No44
*El telegrama*
En 1965 el Padre Kentenich se encontraba ya hace 14 años desterrado por la propia Iglesia en Milwaukee. Como siempre, entrega a la Virgen todo lo que sucede. “Estoy seguro que voy a volver de mi destierro, porque nada de lo que yo he hecho ha sido por mi, si no por el honor de la Santísima Virgen. Si no hubiera estado convencido de que a través de todas estas luchas se decide la misión de María para el futuro, para la Iglesia y el mundo, no me habría arriesgado a ellas. Por eso ha sido siempre el honor de la Santísima Virgen el que ha estado en juego, no el mío. A mi no me interesa reivindicar mi honor, lo que me interesa es el honor de Ella, por eso estoy seguro que Ella me va a liberar”.
Se desarrollaba el Concilio Vaticano II y, aprovechando la presencia simultánea de todos los obispos en Roma, se hicieron muchas gestiones para acelerar la liberación del Padre.
Cuando el P. Kentenich se da cuenta que todas las gestiones progresan y que se acerca su liberación, se acerca a la Virgen y le pide “Madre Santísima, yo no quiero que me liberen los hombres; yo no quiero que aparezca que salgo libre, en primer lugar gracias a la habilidad diplomática de quienes luchan por mí; yo quiero que muestres que eres tú quien me libera, y para eso te pido que mi liberación se realice de tal manera que quede clarísimo que ello ha sido una intervención tuya, que fuiste tú la que te glorificaste”.
Una anécdota: El Lunes 13 de septiembre llaman al Padre por teléfono. Se trata de un telegrama. En esa época se transmitían por teléfono. La telefonista pregunta: “¿Con el P. Kentenich?”. “Si”, responde él. “Hay un telegrama para usted que dice así: Venga inmediatamente a Roma. Firmado, Padre Burgraf”. Era el secretario del padre general de los Pallotinos. “Muy bien”, contestó el Padre. Después de haber pedido que le repitieran el texto, colgó y pensó simplemente que las cosas por fin resultaron e inmediatamente comenzó a preparar sus maletas, para obedecer el tenor de la orden.
El P. Kentenich se presentó en Roma en la Casa Generalísima y ya en la puerta el secretario del padre general se asombra al verlo y le pregunta: “¿Y Usted qué hace aquí?”. “El padre general me mandó a llamar y Usted mismo me envió el telegrama”, responde el P. Kentenich. Y para su sorpresa y de todos el secretario replicó: “Yo no he mandado ningún telegrama”.
Al principio no se le creyó y lo acusaron ante el Santo Oficio de haber inventado un telegrama inexistente. La Familia contrató abogados, quienes hicieron una investigación a fondo en las oficinas de telegramas de Roma y Milwaukee, sin resultados ni ninguna pista del telegrama o de la telefonista que llamó al Padre. Y quedó claro que de parte del Padre ni de la Familia había habido una intervención. Era algo inexplicable.
El P. Kentenich comenzó a sonreír: “Estoy totalmente seguro de que el telegrama fue obra de María, porque si humanamente no hay explicación, Ella intervino”.
Gracias a ese telegrama el P. Kentenich se quedó en Roma y comenzó su proceso de liberación.
UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No45
*Un Jefe Comunitario*
En la fundación del Movimiento el Padre Kentenich no sólo se muestra como un gran jefe visionario, si no también como un hombre profundamente comunitario. En 1928 se inaugura en Schoenstatt la casa de Ejercicios. El Padre empieza a vivir allí rodeado de los asesores que dirigen las distintas ramas en que se ha ido dividiendo y articulando el Movimiento. En torno a la gran mesa del comedor de esta casa, los asesores y el Padres conversaba de Schoenstatt y se iba planeando el desarrollo de la Obra. El Padre comienza a vivir una estrecha comunidad con los jefes, a través de los cuales va dirigiendo la Familia. Ante ellos aparece, sobre todo, como un hombre de una fuerza de trabajo impresionante. Por ejemplo, hasta en el almuerzo no perdía un minuto, siempre hablaba sobre temas trascendentales. Para los más jóvenes el almuerzo era una especie de clase. El Padre desbordaba energía y hacía trabajar a su gente intensamente hasta en las horas de comida.
El P. Kentenich trabajaba en estrecha comunidad con los asesores del Movimiento y con las Hermanas de María. En todos esos años va estructurando el Instituto de las Hermanas y siguiendo su método usual, va orientando e iluminando lo que brota de la misma vida. Muchas de las formas y costumbres que tenemos ahora, por ejemplo los ideales de grupo, nacen de la comunidad de las Hermanas. Un curso decide consagrarse a la Virgen como Inmaculada y empieza a girar en torno a esa idea. El P. Kentenich comienza a darse cuenta de que la iniciativa de ver a la Virgen bajo un aspecto concreto, despierta vida en el curso y se pregunta qué hay detrás de ello. Un tiempo después surge otro curso que ve a la Virgen de otra manera y, así, poco a poco, van naciendo los ideales de curso de las Hermanas y se va estructurando la comunidad en base a cursos con distintos ideales.
Una anécdota: Donde se ve muy claro también cómo trabaja el Padre comunitariamente, es en la fundación del Instituto Nuestra Señora de Schoenstatt. No cabe duda de que este Instituto fue fundado por él, pero lo fue de una manea originalísima. La idea surgió de un grupo de profesoras, quienes se dan cuenta que las Hermanas de María no podrían seguir trabajando tan libremente a causa del incesante avance y opresión del Nacionalismo. Este grupo de profesoras ve la necesidad de otros institutos cuyos miembros no lleven hábitos ni vivan juntos, de modo que los nazis no adviertan que son una comunidad apostólica. Así comienza una cierta tensión con el P. Kentenich, porque un instituto de ese estilo rompía, de cierta manera, la organización que tenía hasta ese momento. Fue todo un tira y afloja entre el Padre y el grupo de profesoras, hasta que surgió el Instituto. No cabe duda de que el Padre fue el fundador y es también evidente que a ese grupo le cupo una participación activa: el nuevo instituto fue obra de ambas partes.
Todo esto muestra muy claro que el Padre Kentenich no organiza Schoenstatt desde su escritorio, si no también comunitariamente.
UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No46
*El sombrero*
El Padre Joaquín Alliende cuenta sobre sus encuentros con el Padre Kentenich en Chile en 1952. “Para nosotros el Padre era un héroe, que había resistido el campo de concentración y ahora estaba recorriendo el mundo. Sin demasiada conciencia de lo que hacíamos, nos reuníamos en torno a él; después supimos que estaba viviendo un tiempo muy difícil, el Santo Oficio, la autoridad de la Iglesia lo iba a juzgar, tenía muchas dudas sobre él, porque él se había adelantado a su tiempo y los hombres de la época no lo podían entender. Tuve la suerte de ser testigo de un profeta y el profeta estaba encadenado, nosotros conocimos al Padre encadenado. El Padre no podía predicar a las Hermanas Marianas, nosotros teníamos que ir a Bellavista a las 7 de la mañana, o si no el Padre no podía predicar. No podíamos ir siempre todos y una vez me tocó sólo a mí y estaba yo, sólo con el Padre y el Padre me predicó sólo a mí… Un día nos dijeron “el Padre va a firmar algunos santitos”, yo compré dos santitos, uno para mí y otro para un hermano de grupo que no pudo ir. Y veo al Padre afuera del Santuario y me acerqué y le traté de explicar lo que había pasado, pero a él no le importó mi cuento, le importé yo y me escribió en alemán: “Cuando soy débil, soy fuerte”, una frase de San Pablo. No cuando ya lo he superado soy fuerte, sino, en la debilidad soy fuerte. Yo tuve muchas oportunidades de sentir mi debilidad, mi camino de sacerdocio no fue fácil. Además, esto se nos dio absolutamente en la fundación de nuestra comunidad, porque no teníamos nada, nada, ni un peso, estábamos en la calle.
Una vez íbamos con el Padre Hernán, y el P. Kentenich nos dice: “Bueno, eh, ustedes se van a proyectar en todo Chile” y yo me di vuelta y le dije, “Por qué a todo Chile, ¡a todo el mundo!” Y el Padre dice “Es verdad”. Y otra vez íbamos con el Padre Alessandri y él le dice al P.Kentenich: “Joaquín quiere ser político”, entonces el Padre dice, “Qué bien, que sea presidente de la República”. Él quería decir: si Ud. quiere algo, si tiene vocación, entonces ¡juéguesela!.
Una anécdota: Era el día del Sagrado Corazón y decidimos ir a Bellavista. En ese tiempo estaba la polémica de si el Padre se iba o no se iba. Cuando llegamos vemos que el Padre iba saliendo del Santuario, con un grupo de la juventud; eran seis o siete, ahora todos Padres. Y nos acercamos para despedirnos de él y nos dimos cuenta que el Padre se iba. Las Hermanas con un silencio sepulcral; partía al exilio. Era algo que no lo podíamos entender: el Padre, el profeta se iba al exilio. Y en toda la historia de la iglesia si un Padre era exiliado, nunca más era liberado. Entonces lo acompañamos, como juventud le entregábamos el 31 de mayo. Había un auto esperándolo, con un Padre Pallotino; nosotros lo acompañamos, viéndolo hasta el final y el Padre se da vuelta y hace un gesto (símbolo del 31 de Mayo) se saca el sombrero y nos dice “31 de Mayo, Capital de Gracias, Capital de Gracias”. Después supimos que el Padre estaba totalmente conmocionado; nosotros lo notábamos y no entendíamos porque él era de una gran serenidad, y era porque lo que más le dolía al Padre era partir a un lugar sin Santuario.
UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No47
UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No49*_
*Un Padre cercano*
Muchos chilenos tuvieron la suerte de conocer al Padre Kentenich y compartir con él en forma más cercana y profunda. Sus testimonios son reveladores sobre la experiencia de paternidad que sintieron en el Fundador y, muy especialmente, su cercanía.
P. Luis Ramírez: “Eso era lo primero que a uno le impresionaba. Uno decía: voy al Fundador, voy al profeta, voy al hombre sabio, pero lo primero que uno se encontraba era con el Padre, era un papá”.
Angélica de Peñaranda: “Tenemos siempre el recuerdo de él viniendo por el pasillo, apurándose con los brazos extendidos y con una sonrisa, como diciendo: a ustedes yo los estaba esperando”. “El me preguntó: “¿Qué quiere la hija?”. Y yo le contesté: “Estar con el Padre”. Era algo que me salióde adentro del alma, casi como una súplica. Y el Padre me contestó: “Entonces venga”.
Ma Teresa Rivas: “Primero me tomó de las manos, se quedó mirándome fijamente a los ojos harto rato y me dijo: “pobre hija mía, cuánto ha sufrido!”. Sentí que había encontrado a un amigo, sentí que encontraba alguien que me entendía y que sabía que había sufrido. El Padre me dijo: “María Teresa, nadie se fija en su cara, lo que importa es su alma”. “Padre, le dije yo, el alma no se ve”. Y me contestó: ”No, si se ve. Se ve en sus ojos, se ve en su alegría, se ve en todo lo que usted puede dar. Y acuérdese siempre de que yo la quiero mucho mucho mucho. Y que usted es mi princesita”.
Paul Siegel: Para él la persona que estaba al frente era muy importante, se va sintiendo acogida por él de una manera que rápidamente se entra en confianza. No te preguntaba cosas de tu vida para hacerte un favor, el Padre estaba realmente interesado”.
Ma Victoria Villalón: “Él se daba cuenta de que yo estaba muy sola allá en estados Unidos, no tenía amigas y llegaba a conversar con el Padre con mis niños bien chicos, que daban vueltas por todos lados. Y el Padre venía preparada, abría los bolsillos de su sotana y les traía pastillas y chocolates, entonces ellos no encontraban nada más entretenido que irse, comerse los chocolates y volver a buscar más dulces”.
P. Rafael Fernández: “Le pregunté si se acordaba de mí y me dijo: “Cuando yo he recibido a alguien en mi corazón, no se me olvida nunca”. Me impresionó la sencillez y cercanía del Padre y su naturalidad. Cuando yo me despedí de él le dije: Padre yo quiero agradecerle algo a usted y es que usted es la persona más natural que yo he conocido”.
Frau Elizabeth: “Yo experimenté a la Madre y Señora de Schoenstatt en él, porque él era padre y madre a la vez”.
Padre Benjamín Pereira: “Nos dijo: “Yo no soy nada sin ustedes. Yo todo lo que soy lo he recibido de ustedes. Entonces estamos íntimamente unidos y cada uno de nosotros es importantísimo para mi y usted para mi es importantísimo”
. HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No50
*Conversar con el Padre*
Muchos schoenstattianos se cuestionan sobre la importancia que le da el Movimiento al Padre José Kentenich y la insistencia en que hay que vincularse con él porque es uno de los tres puntos de contacto de Schoenstatt, junto a la Mater y el Santuario. La razón de la necesidad de vincularse con él es que el Fundador es el portador de un carisma entregado por Dios para llegar a otras personas. El carisma pasa por el Fundador. Y si las personas quieren vivir realmente y plenamente su Alianza de Amor y el carisma de Schoenstatt, necesariamente van a tener que pasar por el Padre, conocerlo y vincularse con él, ya sea afectiva o intelectualmente.
Una anécdota: El Padre Horacio Rivas, sacerdote chileno (QEPD), conoció al Padre cuando él estaba recién ordenado como sacerdote de Schoenstatt, en la década del ´60; y pudo compartir con él en Alemania, llegando a sentir ese contacto paternal y personal del Padre Kentenich con él. Y aunque fueron pocos los momentos compartidos con el Fundador, su relación con él la continuó toda su vida.
“Yo he seguido en contacto con el Padre permanentemente, yo sigo hablando con él. Y en ciertas ocasiones, cuando quiero tener claridad sobre algún tema o algún consejo, siempre le pido al Padre: “Padre, ayúdame a discernir”. Nunca me ha fallado. Nunca puedo decir de que no he encontrado la solución.
Y siempre cuento el caso de que en una ocasión yo estaba conversando con una persona que tenía que tomar una decisión en ese momento, ahí, muy importante y súper urgente. Y habíamos llegado a la conclusión de que había 3 soluciones posibles a su problema, yo no sabía cuál de las 3 era, no me atrevía. Y en ese momento me acordé del Padre. Solo al final de una conversación larga pensé en el Padre y le pedí ayuda. Y levanté la vista, la persona estaba sentada frente a mi, y a su espalda en la pared había un calendario de esos típicos de almacén, con una foto de un paisaje y una lista de las cosas que venden. Y en una de las líneas del texto del calendario veo una palabra que era una de las 3 soluciones, mientras pensaba y le decía al Padre que me ayudara. Así es que de golpe le dije a esa persona “haga esto”. La persona se asustó y me dijo “pero padre…”. Y yo le dije “después le explico”. Un tiempo después supe que era esa la solución, así es que le expliqué a esa persona que no había sido yo, si no que el Padre el que la había entregado. Yo lo tomo como un gesto de él. Si uno es hijo ¿por qué no?”.
Agrega el Padre Horacio: “Saquemos al Padre de la foto y pongámoslo como uno de nosotros, con este lado tan cercano y tan personal. Es importante conocer y saber su historia, pero por sobre todo descubrir el alma. Un fundador es un regalo personal de Dios a una época, con un carisma, una personalidad especial. El carisma es una gracia de Dios que pasa por la persona para que llegue a otros, esos son los fundadores. Hablen con padre, ni siquiera les digo que le recen, hablen con él, conversen con él… No importa que no sepan qué decirle, hablen con él, cada uno en su forma. Si alguno ya conversa, siga conversando. Y si sienten que es algo absurdo, no importa, después de un tiempo lo van a sentir como algo muy natural y van a leer con más gusto las cosas escritas por él o acerca de él”.
NA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No51_*
*Un reino de libertad*
Cuando el Padre Kentenich funda la Congregación Mariana, en 1912, quiere captar el anhelo de actividad y de creatividad de los muchachos. Ellos crean una revista, juntan dinero para las misiones, empiezan a desplegar activamente todas esas fuerzas que pensaban que el reglamento de la casa no les permitiría nunca realizar. Así comienzan a sentir que, en torno al P. Kentenich, se va creando un reino de libertad, algo totalmente nuevo, que nunca habían experimentado antes.
Primero, él les hace sentir que valora su anhelo de ser libres; luego, les empieza a mostrar que ser libres no significa necesariamente ser rebeldes. Les hace ver que entre libertad y obediencia no hay oposición y que el hombre libre es el que sabe obedecer libremente, el que sabe por qué obedece. Y les empieza a inculcar el peligro en que se encuentra el hombre de hoy de colectivizarse y por eso la necesidad de formar hombres libres, que se poseen así mismos y saben por qué actúan.
Una anécdota: Los jóvenes vivían en dormitorios comunes. Allí, después de cierta evolución personal, José Engling decide rezar cada noche hincado junto a su cama. Se hinca, se persigna y reza. Al principio hubo risas y burlas. Se lo cuentan al P. Kentenich y él lo apoya. Al poco tiempo, ya son dos jóvenes los que rezan, luego tres, cuatro, diez, los que empiezan a rezar en el dormitorio. La costumbre sigue extendiéndose hasta quedar sólo unos dos o tres que no lo hacen. Y, para gran sorpresa de todos, el Padre, en una de las pláticas, empieza a elogiar a los que no rezan porque son hombres libres y no se han dejado arrastrar por la masa, por la corriente de moda. Y así como al principio apoya a José Engling, apoya después a los otros.
Lo mismo ocurre cuando estaban fundando la Congregación Mariana, haciendo el paso desde “misional” a “mariana”. Ese paso significó la guerra a muerte entre dos bandos, los que querían algo más religioso y los que tendían al activismo. El Padre no apoyó a ninguno de los dos bandos, si no que los estimula para que el camino se encuentre, no en base a una imposición suya, si no al juego libre de las libertades de todos. Conversa con unos, da argumentos, pero también apoya con energía a los otros. Max Brunner, una de las personalidades más brillantes de ese tiempo, estaba totalmente en contra de la Congregación Mariana, la encontraba “beatería”; por eso luchó reciamente en contra y el P. Kentenich siempre lo apoyó. No significaba que el Padre estuviera “jugando doble”, si no que cuando Max iba a verlo y exponía sus argumentos, él descubría ahí elementos positivos y le recomendaba que los dijera porque estaban bien pensados. Eso producía cierta desorientación ¿De qué lado estaba el Padre? Una cosa le quedó muy clara a todos: el Padre siempre estaba con el hombre libre, con el hombre que actúa en conciencia. Los jóvenes nunca temieron que él les fuera a imponer un molde. Fomentaba todas las iniciativas nobles de ellos, aunque fueran contradictorias. Por eso podían ser totalmente espontáneos frente a él, porque se daban cuenta de que él era un servidor de su libertad. Así iba ayudando al surgimiento de una obra que sin duda era construida por él pero que, al mismo tiempo, salía de ellos.
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UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No52
*Jesús y María*
Hoy 8 de septiembre, cumpleaños de la Mater, recordemos que el Padre siempre unía este día del nacimiento de María al Génesis; el Padre Dios cuando dijo ‘se haga la luz, dijo también ‘se haga María’. Desde la creación él pensó en María.
Jesús Pagán fue un diácono portorriqueño, que en los años ’60 conoció al Padre Kentenich en Estados Unidos, época en que él era sólo un laico que seguía las ideas revolucionarias de Fidel Castro.
“Debo admitir que durante mis conversaciones con el Padre Kentenich le dije todo tipo de barbaridades; afirmé cosas que bien pudieron haberlo inducido a decirme: ‘mire joven, vaya Ud. Con Fidel, nada tenemos en común Ud. Y yo, entre nosotros hay un abismo enorme y no puede existir diálogo’. Sin embargo, la actitud del Padre me cautivó: tanto en esa visita como en las posteriores demostró un profundo respeto por las ideas del otro. Aunque mis idas no fueran las suyas, me escuchaba con mucho respeto; no asentía a todo lo que yo decía, pero tampoco me contradecía cuando le manifestaba algo que no podía ser de su agrado; simplemente se limitaba a escuchar, de vez en cuando interrumpía y hacía algún comentario, muchas veces jocoso y luego continuábamos con la conversación”.
Una anécdota: “Yo tenía 23 años, el diaconado aún no existía. En una ocasión el Padre, mirando a un joven de 23 años que había llegado a él por el mismo camino que yo lo había hecho, me dijo: ‘el 31 de mayo, por ser la síntesis de toda nuestra Familia y de toda nuestra misión, tiene que ser el punto de partida para un nuevo estilo de vida’. Me explicó lo que quería decir de la siguiente manera: ‘cuando el sacerdote se reviste para celebrar la misa, es el ministro de Jesucristo. No corre ni brinca, no hace gestos bruscos. Está preparado para la misa. Tú debes vivir tu vida como si fueras un sacerdote que está siempre preparado para celebrar la misa’. Se refería al sacerdocio común de los fieles, el que de ninguna manera nos permite ser vulgares ni bruscos, si no dignos y amables. De ahí su oración a la Virgen: “Aseméjanos a ti y enséñanos a caminar por la vida tal como tu lo hiciste: fuerte y digna, sencilla y bondadosa, repartiendo amor paz y alegría. En nosotros recorre nuestro tiempo preparándolo para Cristo Jesús”.
Agrega Jesús Pagán “El Padre vivía en el mundo como un sacerdote normal, pero con la mente totalmente sumergida en Dios. Para él, la Santa Misa era el momento más sagrado del día, a tal punto que en muchas ocasiones cuando alguien se le acercaba para hacerle una consulta, contestaba: ‘le responderé después de la Misa’.
Fue un apasionado de Jesucristo y lo fue, quizás, como pocos hombres lo han sido. Vivió tan sumergido en la persona de Jesús, que se volvió un transparente del hijo de Dios, y por eso pudo ser tan mariano. Nosotros no podemos concebir un Cristo que no sea mariano. Si hubo alguien que amó profundamente a la Santísima Virgen, ese fue su Hijo. Nadie le ha dado más importancia. Con frecuencia me decía: ‘Recuerdo que Jesús le dedicó 30 años a su mamá’. Y no se refería a la Madre de Dios, sino a la mamá de Jesús. Vivió 30 años junto a Ella y solo 3 con sus apóstoles”.
UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No53*_
*Su partida*
El 15 de Septiembre de 1968, domingo, fiesta de los siete dolores de María, el Padre José Kentenich partió a la eternidad. Hoy se cumplen 50 años de ese día, en que el Padre celebró misa por primera vez en la Iglesia de la Adoración; Iglesia consagrada a la Santísima Trinidad que se levanta sobre el Monte Schoenstatt y cuya construcción había sido prometida a la Virgen en 1946, como prenda por la protección de Schoenstatt durante la guerra mundial.
Pocos minutos después de las 06.00 de la mañana el Padre Kentenich sale de su habitación, nada llama la atención de las hermanas que lo están esperando, su actitud es disciplinada; lo ven recogido, serio y al mismo tiempo como iluminado por una alegría silenciosa. Su rostro quizás está más pálido, más espiritualizado que otras veces.
Los que van por el camino lo saludan con alegría, el Padre responde levantando la mano en silencio, nadie presiente que esta salida no tiene regreso, que es la última parte de su peregrinaje en la tierra.
Al arribar a la Iglesia, el Padre Kentenich sube las escaleras que conducen al patio de la misma, quedándose unos instantes ante la fuente de agua, que con sus caídas simboliza los siete sacramentos.
Reparte la comunión a mas de cien hermanas y al final da la bendición sacerdotal.
En la sacristía, el Padre se quita los ornamentos… Sobre la mesa hay rosarios para ser bendecidos; lo hace con mucho recogimiento. Después se saca los anteojos, pone sus dos manos sobre la mesa y permanece más o menos un minuto en esa posición, los presentes piensan que está rezando su acción de gracias. Repentinamente el Padre se desploma sobre la mesa, puede apoyarse un poco con las manos, y en el mismo instante lo tratan de sostener los dos sacerdotes, pero el cuerpo desvanecido se hace tan pesado, que lo colocan lentamente sobre el suelo de piedra. El Padre parece estar inconsciente, durante unos minutos sigue respirando, luego siguen dos suspiros más espaciados y entonces todo queda en silencio, su corazón dejó de latir, son las 07.07 de la mañana.
Un sacerdote le administra la Santa Unción, el médico de emergencia sólo puede constatar la muerte. Nuestro Padre y Fundador ha partido a la eternidad. Se ha ido tan silencioso, tan sencillo, con tanta naturalidad y sin exigencias personales, pero también como llegando de Dios y dirigido hacia Él. Tal como fue su vida, así fue su muerte. Hasta el final piensa en los demás, levanta las manos bendiciendo, sirviendo. La muerte repentina no pudo sorprenderlo, porque vio todos los acontecimientos ordenados a una sola meta: “Hacia el Padre va nuestro camino”.
Todos tienen la convicción: el Padre Kentenich junto al trono de Dios será un poderoso intercesor, para todos los que lo necesiten, para todos los que lo busquen. Seguirá siendo una señal, una antorcha, un profeta, un Padre. Sobre su tumba, que está en la misma sacristía de la Iglesia donde murió, están grabadas las palabras que el pidió: “DILEXIT ECCLESIAM”, AMÓ A LA IGLESIA.
UNA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH No54 (Bonus Track)
*Vamos contigo*
Al comenzar el Año del Padre, el 15 de septiembre de 2017, me propuse buscar, recopilar y reescribir pequeñas anécdotas sobre el Padre Kentenich, testimonios de personas, que nos ayudaran a conocerlo para acercarnos más a su persona y su carisma; y enviarlas semanalmente a través de redes sociales.
Cuando habían pasado algunas semanas de estas historias que enviaba cada sábado, una hermana en la Alianza me confesó que le había pasado algo muy fuerte emocionalmente con todo esto. En cada historia se daba cuenta de que había tantas personas que habían tenido la suerte de conocer al Padre tan de cerca, pero sobre todo de que el Padre las había conocido a ellas personalmente, sabía sus nombres, sus historias de vida, conocía a sus familias y lo que les pasaba en su corazón. Esta situación le generó pena, pues pensó en que ella no tuvo esa oportunidad en la vida de conocer al Padre y que el Padre la conociera a ella. Sin embargo, un par de días después, seguramente inspirada por el Espíritu Santo, se reanimó, ya que pensó que cuando muera y llegue al cielo se va a encontrar con él, lo va a conocer personalmente.
La experiencia de esta amiga me emocionó y conmovió, pero también me llevó a descubrir que no hay que esperar el cielo para encontrarse con el Padre, porque él sigue siendo nuestro Padre y somos sus hijos, a través de la Alianza de Amor que nos incorporó a su familia. El pasado 15 de septiembre recordamos los 50 años de su partida al Cielo. Sin embargo, la paternidad del fundador no se reduce a un determinado tiempo: es para todos los tiempos. Es decir, trasciende su muerte. Él sigue inmanente en su obra, por su vida, por su presencia espiritual, su carisma, que es algo concreto para los todos los suyos. Desde el cielo acompaña su obra con su intercesión, protección y cuidado paternal. Él es un padre supratemporal.
Recordemos que al atardecer del 31 de mayo, en el Santuario Cenáculo de Bellavista, el Padre Fundador nos dijo: “La Santísima Virgen nos ha regalado el uno al otro. Queremos permanecer recíprocamente fieles el uno en el otro, con el otro, para el otro, en el corazón de Dios. Si no nos reencontrásemos allí sería algo terrible. Allí debemos volver a encontrarnos. No debemos pensar, vamos hacia Dios, por eso debemos separarnos. No, vamos el uno con el otro y esto por toda la eternidad. ¡Cuán errado sería ser solo un letrero señalizador en el camino. Estamos el uno junto al otro para encendernos mutuamente”.
Este organismo de vinculaciones naturales y sobrenaturales a la que nos invita el Padre, genera una nueva comunidad que se anuda en la alianza con la Mater, y en la que estamos todos nosotros.
Padre, nuestro corazón en tu corazón, nuestro pensamiento en tu pensamiento, nuestra mano en tu mano, ¡nuestra vida en tu vida! ¡Padre, tu misión es nuestra misión!
No puedo terminar este ciclo de historias sin dejarles un comentario personal: Motivada por mi afán de comunicadora, decidí entregar estas historias para que muchos otros conocieran más al Padre. Luego de un año de estudios y lectura de tantos libros, revisión de videos y conversaciones en torno a su persona, solo puedo decirles que fue una experiencia maravillosa. Y que fue el mismo Padre quien se comunicó conmigo, de corazón a corazón, para llegar a todos ustedes. Su vida, su persona y su carisma tienen tanto que decirnos para los tiempos en que vivimos. Él nos entregó todas las respuestas a nuestras inquietudes espirituales en la Alianza de Amor con María. Por eso, los invito a leer y estudiar al Padre, porque tiene mucho más todavía para seguir entregándonos y regalándonos.
Me despido de estas historias semanales. Si sienten que se quedaron cortos, los invito a comenzar a leerlas de nuevo. Próximamente estarán publicadas en
https://vimeopro.com/gabrielgrossart/ano-del-padre-kentenich-setiembre-15-2017-septiembre-15-2018?fbclid=iwar1dev7gc5dh8hsr-ouum0gj3-iduurfhebrucqpdzdpugiebmojjzxjc6e
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