Carla Ortiz de Cintolesi
El padre del hijo prodigo es el padre perfecto, representa a Dios. Los resultados de la educación dependen de lo que el hijo haga por libre decisión, independiente de la buena educación que se haya dado. Así como de un padre perfecto salió un hijo descarriado, de un padre descarriado puede resultar un hijo perfecto, cuando busca el bien en otras fuentes de su familia. Sin embargo todos los padres están llamados a dar buena educación a sus hijos. En la parábola se concluye que el hijo descarriado tenía buena educación y buenos criterios. Se demuestra cuando dice” padre pequé” tiene noción de pecado, de pecado ante el padre y ante el cielo. El mismo se califica “no merezco llamarme tu hijo”. Estaba educado a la valentía para reconocer sus errores y asumir las consecuencias.
Actitud del padre con el hijo descarriado Aparte de ser misericordioso y perdonar, mientras el hijo estaba despilfarrando la plata, él no lo fue a buscar, esperó que llegara por sí mismo y que la vida lo hiciera reflexionar; “que hablara por sí misma”, ejerció la libertad en la responsabilidad. Esto no es lo mismo que la oveja perdida, donde la oveja se perdió por desconocimiento. En el hijo pródigo el padre no sobreprotegió, evitando las consecuencias de los actos. Dios no ahorra las consecuencias de las decisiones que se tomen de la libertad en la responsabilidad.
Fiesta: La fiesta, no es un premio al hijo que vuelve, ni una valorización o desvalorización, sino que es una expresión de alegría del padre por el hijo perdido. Es como la fiesta de cumpleaños del primer año de vida de un niño, que es para los adultos. “Convenía celebrar una fiesta y alegrarse”. Con esta parábola se muestra que Dios tiene sentimientos que los expresa en forma concreta. Se invita a los novios a preguntarse ¿Cómo alegré a Dios Padre hoy o cómo lo podemos alegrar con nuestro matrimonio?
Diálogo del Padre con el otro hermano El hermano no toma la fiesta como un acto independiente del Padre para expresar su alegría, sino que la mezcla con el resultado de las acciones de él y de su hermano. “Por qué a él y a mí no”.
Otro hermano: Es habitual que se diga la lectura es injusta con el otro hermano. El otro hermano reacciona ante el Padre con una pataleta, “él se irritó y no quería entrar” a lo que Padre, no lo reta por la pataleta más aún “salió su Padre y le suplicaba”. Los novios pueden aprender que con Dios Padre podemos irritarnos expresar nuestras molestias, pero después abrir el corazón a lo que nos dice. Con la experiencia del hermano se destaca que la realización del bien tiene el premio del acto mismo, de la felicidad personal de hacer las cosas bien, sin necesidad que otro las valorice. El llamado a realizar el bien es personal independiente del ambiente de la valorización. El padre de la parábola llama a la adultez al hermano a sí quería una fiesta los hubiera pedido, sin necesidad de condicionarlo a los actos. Actitud indispensable en el matrimonio, no depender de la valorización del otro, si esta existe, que ojalá lo sea es un motivo de alegría, un perfume del alma. Otra enseñanza de esta parábola es que en la familia no se actúa por merecer o no merecer. A las personas se les “ama por sí mismo”. Por otra parte el castigo y el premio no son motivaciones para actuar sino que la motivación de la acción, es el amor.