A la hermana Cleofa la conocí en el colegio Mariano, en Vicuña Mackena de Santiago de Chile. Mi curso, era el cuarto curso fundador, de ese colegio. Ella era jovencita, alta, con ojos muy celeste. Levantaba la ceja cuando algo no le gustaba y dirigía los cantos con su dedo índice, de la mano derecha.
Sonreía mucho cuando algo o alguien le gustaba.
Nuestra generación… conoció sus estricteses.
Llegó a Chile el año 1948, con seis hermanas de María. Venían de misión a los confines de la tierra, como dice el evangelio. Ahí en ese fin del mundo estábamos la pequeñas reinas de María del Deutsche Marienschule. El mismísimo Padre Kentenich la envió.
Las misiones eran su objetivo, desde muy pequeña. Su familia, muy religiosa, la había impregnado de este espíritu. Tanto es así, que a los cinco años partió solita de su casa a misionar a Africa. Claro que, cuando llegó al fin del campo donde vivía, se dió cuenta que no podía.
Nació en 1918 en la antigua Prusia Oriental, en la frontera con Polonia, era la menor de seis hermanos, que se criaron en una hacienda. Educada con los valores de disciplina, austeridad, autodominio, puntualidad y con un alto nivel de exigencia.
Del Padre Kentenich, ella dice ; Una persona de una sola y gran idea y de una sola y gran entrega a y misión. Era como siervo atento a los deseos de Dios y de los hombres,a los que servía con todas sus capacidades extraordinarias.
Nuestro Padre nos dijo “un santo triste es un triste santo” En sus cartas nos hizo ver todos con los ojos de niños de Dios. “El hombre sereno , alegre,es el dueño de su alma”. Una persona cuya actitud básica es la alegría ya tiene la llave del corazón de los hombres y esto es sólo posible cuando se ha vencido el dolor y el sufrimiento.
Tambien cuenta; el 8 de sept de 1937 nos hicimos cargo del hospital de San José en Coblenza para los heridos de guerra. capital de gracias y trabajo eficaz.
Fue gestora, de la corriente del “Jardín de María ” junto a su casa filial en Koblenz, Alemania, cuando el Padre Kentenich estaba en Dachau. Ella explica, Lo que estaba destinado a separarnos nos llevó a una unión más profunda y despertó el espíritu de sacrificio,responsabilidad y entrega mutua.No mi voluntad , no mi querer , sino lo que Dios dispone. Intercambiaron cartas con el fundador. Al final, él escribía; La separación es la piedra de tope que demuestra un amor puro por ambas partes.
También vivió en Bellavista, Santiago de Chile, La Florida .
Junto al Padre Kentenich estuvo en la inauguración del santuario de Bellavista Santiago de Chile, la entrega de la misión del 31 de mayo y la coronación de la Mater, el 5 de junio de 1949.
Mujer radical, valiente, arriesgada, coherente, sencilla, educada en el rigor de la guerra. Carácter trabajado, para ser bondadosa, humilde, sensible, clara, directa y cercana a los demás. Inteligente, para entregar la pedagogía del Padre Kentenich, quien la asesoró para formar y dirigir el colegio.
Yo, Carla Ortiz; salí del colegio en 1967, con la maravillosa impronta, que me ha guiado la vida “Saber amar es ser libre “. Pero el Padre Kentenich, lo completa, en 1968, a través de un telegrama. “Es lebe die kleine Gottinige und lebensnahe Maria.” Que viva la pequeña de Dios y viva al lado de María. Que ella lo tradujo como “Que viva la pequeña María compenetrada de Dios y cercana a la vida”.
En Chile, estudió pedagogía en Historia y geografía y se perfeccionó en Estados Unidos. También estuvo en Barcelona, España, en la parroquia alemana. Fue dos veces directora del colegio y tuvo 100 años de vida terrenal, como hija predilecta de Dios.
Cuando cumplió 100 años estaba muy lúcida, leia diariamente el periódico, tejia cuadrados de lana para hacer frazadas para los pobres y rezaba mucho.
El año de su muerte, 2019, cumplió 80 años como Hermana Mariana. Había entrado el año 1939 y con su curso se entregaron como prenda por el Santuario original y la obra de Schoenstatt, en medio de los rigores de la segunda guerra mundial.
Tomame como prenda para la obra de Schoenstatt
Cuento de 100 palabras sobre ella
Todas mirábamos a la Hermana Kleopha, por su
altura, forma de caminar, sus manos y esos azules
sinceros, que se nos cruzaban en la mañana. A
veces la veía sonriendo con los ojos, entusiasmada
por nuestras locuras. “Dicen que fue una condesa
o una princesa y lo dejó todo por ayudar a los
demás” , decía la niña de séptimo. Y nos reíamos
brevemente, pero inevitablemente nos
quedábamos en silencio, pensando ¿cómo una
princesa alemana podría estar caminando por
nuestros pasillos?
Colegio Mariano Santiago de Chile
Ex Alumnas fundadoras del colegio Mariano Luz Maria Lira Carla Ortiz Ana Maria Osorio Rosa Maria Ravanal