HOMILÍA DEL 18 DE OCTUBRE DE 1944 del Padre Kentenich Nos hemos reunido nuevamente aquí como el 24 de septiembre. Otra vez llueve. Esta lluvia puede traer daño o fecundidad. Podemos verla como símbolo de todas las potencias antidivinas con las que luchamos o como símbolo de nuestra propia fecundidad. ¿Cuál es la finalidad de nuestro encuentro? a. En primer lugar, queremos renovar nuestra consagración del 24 de septiembre. No es superfluo hacer esto. Por más que una consagración haya sido hecha con espíritu sincero, nuestra voluntad siempre está sujeta a la ley de la debilidad: falla por cansancio y debilitamiento. La renovación quiere re orientarla hacia su fin y conferirle nuevamente su antigua lozanía y su poder de conquista. Cada iniciativa de la voluntad, en este sentido, significa siempre un movimiento de gracias. Por lo tanto, esta renovación es al mismo tiempo también una hora de gracia, más todavía por la especial importancia que reviste y porque nos ha sido insinuada por la Divina Providencia. b. Ya el 24 de septiembre consagramos representativamente todas las naciones a la Madre Tres Veces Admirable. La hemos elegido como Reina. En esa fecha ya le dimos una nueva base internacional a nuestra Obra de Schoenstatt. Este desarrollo debe recibir hoy su sello definitivo. Hoy queremos formar aquí una “Internacional”. Todos están representados. Hasta ahora era Schoenstatt una obra limitada. Hoy rompe el marco y se hace internacional. Estamos ante el último paso de su desarrollo, tal como fuera ya indicado al inicio en la Primera Acta de Fundación: “…para nuestra casa, para toda la provincia y quizás más allá”. Todas las condiciones están dadas ahora. Dios habla por medio de las circunstancias. Así, pues, celebramos hoy un día memora ble, parecido al 18 de octubre de 1914 en Schoenstatt y 1919 en Hórde. El desarrollo de 25 años está terminado. Comienza una nueva etapa de la historia. c. Otro desarrollo más llegó a su término. Nuestra Obra de Schoenstantt se desposa definitivamente con aquella comunidad que le fuera designada, bendecida y dada por Dios como parte central y motriz. La trascendencia de este hecho la comprenderán totalmente aquí sólo algunos pocos. Tenemos aquí a los representantes de la Provincia de Limburgo, la más grande dentro de la Sociedad del Apostolado Católico (Pallotinos). Su autoridad superior acepta plenamente nuestra Obra, de un modo como hasta ahora nunca se vio. En el año 1928, con ocasión de la bendición de la nueva casa (3), comparé las relaciones de ambos bajo la figura del matrimonio. No sé si designé esas relaciones como esponsales o nupcias. En caso de que haya dicho nupcias, debo ahora corregirme. Entre el año 1914 y 1919 ambos se conocieron. En 1928 se efectuaron los esponsales y lo que hoy celebramos son las nupcias definitivas. También en este punto, el lapso de 25 años ha pasado, llegó a su término. Nuestra Obra de Schoenstatt forma en adelante una comunidad inseparable con la Sociedad en su nueva, es decir, en su primitiva forma. Así se realiza la idea que tuvo de ella su Fundador en un comienzo. d. Al dar una mirada retrospectiva y observar este desarrollo, nos acordamos de la palabra del apóstol: “¿No ardía nuestro corazón, cuando él nos hablaba y nos explicaba las Escrituras?” De la misma manera nos dejaremos explicar las escrituras de este tiempo pasado. Cuando Moisés recibió del Señor el llamado a su misión, se disculpó reconociendo su debilidad: “Mi lengua es pesada y no puedo hablar”. De manera pare cida lo hicieron otros profetas: “Ah, Señor!” A pesar de sus debilidades el Señor los llamó. Siempre tuvimos como principio no titubear ni vacilar cuando el Señor llamó. Siempre que nos dimos cuenta que algo era la voluntad de Dios, nos entregamos a su realización sin vacilar ni reparar en nuestra propia debilidad. También entre nosotros se desarrolló todo : a partir de pequeños y pobres comienzos. Débiles eran los instrumentos, una comunidad insignificante, muchachos dispersos por la guerra. Según la placa recordatoria allí había mucho ripio y escombro y sólo eran muy pocos los que soportaban la responsabilidad del todo. Igual cosa sucedió en 1919 en Hórde. También ahora somos pocos y nos sentimos impotentes frente a la gran tarea. La Provincia, en el momento de las nupcias, también es un campo de escombros, completamente dispersa. Exteriormente aparece en un nivel bajo de su desarrollo, casi próxima a la aniquilación. ¡Y ahora estas nuevas tareas que abarcan el mundo entero! ¡verdaderamente débiles instrumentos y débiles portadores! Por otra parte, luchas continuas. Al principio luchas con los alumnos. Lucha con la casa, con la sociedad, con la Iglesia, con los Obispos y finalmente aquí. Y, sin embargo, los éxitos ¡Ese es el signo de las obras de Dios! Así sucede en la Iglesia y en todas partes. A pesar de todas las debilidades y las dificultades, aquí y ahora, aparece visiblemente la mano de Dios. Aquí tenemos el símbolo de nuestra misión y tarea. La cruz y el estandarte nos muestran el contenido y la amplitud mundial de nuestra misión. ¡Un pensa miento grandioso, internacional! La mano que abraza el estandarte: el instrumento. Nuestras manos son: a. Manos impuras —se purifican con el roce del estandarte, de la cruz, de la tarea; b. Manos débiles —se hacen fuertes como las de Anteo; c. Manos frías —deben llegar a poseer la calidez del amor; d. Manos temerosas del sacrificio, ¡a pesar de la buena voluntad! —Deben transformarse en manos reciamente dispuestas al sacrificio; e. Manos estrechas —deben recibir la amplitud del mundo. Schoenstatt nuestro mundo, todo el mundo ha de transformarse en Schoenstatt. Al servicio de la Madre Tres Veces Admirable y Reina de los Apóstoles. Nuestra Obra es total y enteramente mariana. Pero María nos une estrechamente con Dios Uno y Trino. Suplemento: “Debemos pedir para nuestra Familia, como regalo de retribución por nuestra entrega, gracias de oración. Sí, muchas gracias de oración contemplativa. No necesariamente para todos nosotros. Pero para todos aquellos que están llamados a ser jefes. Nuestra Obra de Schoenstatt no puede cumplir su misión si un gran número de sus miembros no recibe la gracia de la contemplación”.