En los 20 años de la beatificación de Karl Leisner
Mons. Dr. Peter Wolf •
Hoy, 23 de junio de 2016, se cumplen 20 años desde que el Papa Juan Pablo II beatificara a Karl Leisner en el estadio Olympia de Berlín. Ese día yo estuve en el estadio y recuerdo perfectamente cómo, al comienzo de la celebración, el Obispo de Münster presentó a Karl con mucho compromiso y entusiasmo, desviándose ostensiblemente del protocolo. En su homilía el Santo Padre citó textos del diario de Karl y mencionó su relación con Schoenstatt: “Aun antes de estar prisionero en Dachau, ya había desarrollado una profunda veneración mariana, la que había sido inspirada por el P. Kentenich y el Movimiento de Schoenstatt. La audacia de su fe y su entusiasmo por Cristo deben convertirse en impulso y ejemplo, sobre todo para los jóvenes que viven en un entorno que se caracteriza, en gran medida, por una carencia de fe y una indiferencia”.
GUITARRA Y HOSTIA SACERDOTAL
En el contexto de su beatificación, el curso Uniti Patri tomó la iniciativa de hacer presente al nuevo beato en nuestro Santuario de Moriah. Antes de su beatificación, siempre habíamos tenido en la capilla de Dachau la conocida foto con el suéter del campo de concentración. Lo que impulsaba a estos hermanos era la pregunta acerca de cómo será representado el beato Karl Leisner en el futuro. La iconografía cristiana conoce desde hace siglos la adscripción de determinados atributos a los santos, en los cuales pueden ser reconocidos. Mediante esta representación, los hermanos de este curso querían entregar una proposición para el futuro.
Durante la discusión surgieron dos atributos que se adecúan magníficamente a Karl y a su vida: la guitarra y la hostia sacerdotal. Ya en su juventud y también como estudiante de teología, Karl dirigió grupos y organizó campamentos por muchos años y con un gran entusiasmo. Era capaz de entusiasmar y de atraer a otros, lo que lo colocó en la mira de la Gestapo. Su guitarra era tan importante para él, que incluso hizo que le enviaran una al campo de concentración, para poder animar con ella a los enfermos y prisioneros. La hostia sacerdotal en sus manos representa su amor y entusiasmo por Cristo. Por muchos años soñó con ser sacerdote y luchó por su vocación. En el campo de concentración se cumplió su anhelo. Por medio del Obispo Gabriel Piguet, también prisionero, fue posible su ordenación sacerdotal.
VENCEDOR ENCADENADO
En la escultura en bronce del artista Johannes Potzler, de München, se representan, además, otros dos motivos, que permiten ver a Karl en su vinculación con Schoenstatt. En primer lugar, en la parte superior de la obra se encuentra la inscripción: VICTOR IN VINCULIS. Corresponde al ideal del grupo schoenstattiano al cual Karl pertenecía desde 1943 en el campo de concentración. Estas palabras también se podían leer en el báculo para el Obispo, que fue tallado para la ordenación en el campo de concentración, y que el Papa sostuvo en su mano durante la beatificación. A la izquierda de la escultura en bronce se encuentra el nombre de nuestro nuevo beato. El artista talló a propósito este nombre con la escritura de Karl. Así, su nombre aparece como una firma sobre una hoja en blanco. Esto recuerda el poder en blanco que su grupo schoenstattiano del seminario en Münster había realizado de esta forma, en el Santuario Original en Schoenstatt. Karl siempre comprendió su arresto y su estar prisionero en el contexto de este “cheque en blanco” frente a la Santísima Virgen. Esto es para mi un signo elocuente de que Karl Leisner llegó a ser beato fundamentalmente a partir de la espiritualidad schoenstattiana. Que este aniversario de su beatificación sea para nosotros una invitación a esforzarnos constantemente por esta predisposición y donación total, de la cual vivía nuestro beato Karl Leisner.